10 motivos por los que nos encantan 90
Libros recomendados por Librotea

Los años noventa ya han entrado en el terreno de la nostalgia. Le pasa a todas las décadas, y algunas han tenido enormes privilegios, como los ochenta, que parece que no se iban a ir nunca. De los noventa ya hay homenajes, recuerdos y hasta sus muertos, más allá de los que fallecieron en el propio ejercicio como Kurt Cobain. Dolores O’Riordan, la vocalista de The Cranberries, ha venido tristemente a ocupar el espacio del desaparecido noventero y a plantear la pregunta obvia y temible: ¿ya pasaron veinte años?Sí, ya pasaron dos décadas del grunge, de la Generación X, de Reality Bites y de algunos libros que proponemos y que, seguramente, estén en la memoria de los que ahora andamos por los cuarenta o frisando la década. Y ahora, claro, toca elevarlos a la categoría de mito. Y lo vamos a hacer.Elegidos por año de publicación comenzamos por El buda de los suburbios, bestseller de Hanif Kureishi que a ritmo de pop y rock llevaba al máximo uno de los mantras de los noventa: el multiculturalismo. Todos íbamos a ser mejores en la diversidad. Después se vio que no tanto y la década ya terminó con otro libro un poco más sombrío sobre el tema: Dientes blancos, de Zadie Smith.La desolación, el hastío, la decepción y el desencanto están en los pilares de muchas de las novelas de aquel entonces. Esa felicidad tan desolada que cantaba Nirvana en Lithium y que nutre la novela que puso la etiqueta Generación X, de Douglas Coupland, en el nihilismo hasta el límite de American Psycho, de Bret Easton Ellis, en Lo peor de todo, de Ray Loriga, en el Trainspotting, de Irvine Welsh, las Historias del Kronen, de José Ángel Mañas y La escala de los mapas, de Belén Gopegui, que era una búsqueda de las certezas en esa época en la que casi todo es incertidumbre. Y qué si todo era una Broma infinita, como escribió Foster Wallace.De lo real y lo irreal también escribió Palahniuk en El club de la lucha, que a golpe de violencia (hay que decirlo: las hostias, en todos los sentidos, estaban muy presentes en las novelas de la década) mostraba los cambios en la masculinidad que ya se advertían en esos años (después de los Rambo y los Chuck Norris ochenteros), y que, con una visión bastante oscura, también puso sobre la mesa Michel Houellebecq en Las partículas elementales.En los noventa se abrieron nuevos espacios para la femineidad y las nuevas libertades (de todo tipo) de la mujer con un nuevo discurso sobre la sexualidad, como reflejó Almudena Grandes en libros como Malena es un nombre de tango, y sobre todo, Lucía Etxebarría con Beatriz y los cuerpos celestes, con varias tipologías de orientación sexual en el Madrid que agotaba ya la década.Quizá hoy sepamos todo esto porque la industria en esos años editó a escritores muy jóvenes y la desolación y el idealismo suelen ir de la mano, como ya mostraron los Románticos del XIX. ¿Fue una década divertida? Con estos libros, parece que no tanto, pero ya se encargará la nostalgia de lustrar los años tristes de toda una generación.
10 motivos por los que nos encantan 90
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Un canto a la borrachera acompañada de drogas, rock and roll y hasta fútbol. Si alguien quiere entender por qué los jóvenes ochenteros concebían esta mezcla de elementos como algo indispensable, como forma de diversión y como vía de escape al fracaso, ésta es su novela. Pero también lo es si quiere comprobar el peaje que dicha diversión te cobra.
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No sólo me ha gustado, sino que ya está entre mis libros favoritos de siempre. Pero es complicado de recomendar. Estuve a punto de dejarlo hasta llevar unas 150 páginas. Una vez dentro de su universo, no pude salir (y aún no he salido).
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Las novelas de Palahniuk huelen a sudor, son como decía "El Perich" supositorios con sabor a menta.
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Tenía apenas 16 años cuando este libro llegó a mis manos. Su manera de entenderme cambió incluso mi manera de ser. Empecé a sentirme bien en mi propia piel gracias a personajes, que como yo, también estaban incómodos en las suyas.
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(JORDI): Se podrían contar muchas cosas de esta novela, y todas serían buenas. Pero yo me quedo con toda la primera parte, en la que Bolaño nos cuenta el DF con tal fidelidad, que incluso puedes llegar a oler los tacos pastor de la esquina. Un relato increíble para una ciudad infinita.
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Hay varias novelas de Houllebeq que podría elegir con idéntico agrado.Creo que es la estrella cultural de Francia y del mundo.Claro que puedo equivocarme pero es un escritor que me gusta mucho leer.
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