14 historias de gente que trabajaba más que tú
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Trabajar y vivir para algunos es lo mismo y no porque sean conceptos sinónimos, sino porque la precariedad ha alargado las jornadas laborales hasta el infinito. La literatura también ha retratado el día a día de asfixiados trabajadores. Aquí va una estantería para todos aquellos que sufren horarios infernales. Mal de muchos consuelo de…aquellos.Los protagonistas de La mano invisible, de Isaac Rosa, trabajan mucho. Por sus páginas desfila gente que cose, friega, que pone ladrillos o carga cajas. Trabajan de forma mecánica y extenuante. Son el reflejo de una generación desencantada ante lo que esperaba del mundo laboral y la decepcionante realidad. Decepcionada está Elisa, la protagonista de La trabajadora, de Elvira Navarro, una correctora editorial a la que el retraso en los pagos conducen al abismo.Julián Márquez también está al límite. El protagonista de La gran ola, de Daniel Ruiz, dirige una de las divisiones comerciales de Monsalves, una empresa familiar en expansión, el problema es que los números no cuadran y no para de recibir presiones de la compañía. De empresas extrañas sabe mucho el protagonista de El patrón, de Goffredo Parise, que recién incorporado a la empresa del doctor Max descubre que su jefe vive obsesionado por las cuestiones morales, tanto que uno llega a preguntarse si el patrón no es también el propietario de sus empleados. En una sombría oficina de la Rúa dos Douradores y a las órdenes de un patrón idiota trabajaba Bernardo Soares, heterónimo de Fernando Pessoa en El libro del desasosiego. Otras historias de oficinas ofrecen Guillermo Saccomanno en El oficinista, Lars Berge en La Oficina o Robert Walser en Desde la oficina.El puente Verrazano-Narrows une Brooklyn y Staten Island. Sus 4.176 metros de longitud le convierten en el puente colgante más largo de Estados Unidos y el sexto del mundo. Su construcción fue seguida de cerca por el periodista Gay Talese. El maestro del Nuevo Periodismo cuenta las historias humanas de los obreros que trabajaron en él allá por 1964 en un libro de título poco original: El Puente. Luisa Carnés, la autora sinsombrero que no salía en la foto, puso el foco sobre la realidad de otras trabajadoras en Tea Rooms: mujeres obreras. Una novela en la que cuenta la vida de las empleadas de un salón de té cercano a la Puerta del Sol en el Madrid de los años treinta.Y Javier Morales hace una declaración de intenciones ya desde el título porque, como ya dijo Pavese en su día, Trabajar cansa.
14 historias de gente que trabajaba más que tú
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Es un libro para tenerlo siempre en la mesilla, que se puede abrir por cualquier lugar, tan profundo, tan maravilloso. Y siempre es distinto. Nunca termino de leerlo
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Olvidada (como tantas creadoras y pensadoras, ay) durante decenios, Luisa Carnés acaba de ser recuperada gracias al investigador David Becerra Mayor y a la editorial Hoja de Lata. Luisa formó parte de la generación de la República, aunque por ser de clase muy humilde (empezó a trabajar a los 11 años, en un taller de sombreros) no llegó a frecuentar el Lyceum club femenino. Su breve novela, probablemente autobiográfica, Tea Rooms, subtitulada Mujeres obreras, apareció en 1934. Narra unos meses en la vida de una joven proletaria madrileña, con una aguda conciencia de la injusticia de género y de clase. Una "indignada" de 1934.
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