Alana S. Portero y los libros para cambiar el canon literario

La protagonista de La mala costumbre trata de descubrir su lugar en un mundo que no entiende. En el barrio obrero de San Blas de los 80, le ha tocado un cuerpo que no siente como suyo. El debut de Alana S. Portero, medievalista de formación, escritora, dramaturga y directora escénica, es un libro sobre el viaje para descubrir quién es uno mismo en condiciones adversas. Una novela que es ya una de las sensaciones de esta temporada, y que se traducirá a 11 idiomas. Hablamos de ella con su autora, que además nos recomienda libros para cambiar el canon literario.
Video: entrevista con Alana S. Portero
La recepción de La mala costumbre, cuenta Portero, le ha sorprendido. “Estoy muy agradecida. Nunca he acabado de entender las lógicas editoriales, por qué un libro funciona o deja de funcionar”, explica. “Quiero pensar que de alguna manera La mala costumbre apela más allá del nicho de lo trans o lo LGTB. Es una novela que, en definitiva, cuenta el viaje de una persona desde que nace hasta que se convierte en adulta. Eso nos ha pasado a todas. Todo el mundo tiene dudas, tiene miedos, se va encontrando con obstáculos”.
Esa universalidad de La mala costumbre está basada en experiencias cercanas a Alana, pero cuidado con considerarlo autoficción. “Es una ficción construida con los mimbres de una vida, con algunas experiencias que todos podemos tener en común”, cuenta. “Se tiende a pensar que la literatura pura y universal son las obras de grandes autores, hombres cuyos protagonistas tienen su clase social, se llaman casi como ellos, se dedican a lo mismo y tienen unas vidas muy parecidas a las que tenían ellos. Pero cuando se trata de literatura de mujeres, o literatura de mujeres además con alguna otra característica, se trata de empequeñecerlo o de catalogarlo como otra cosa. La experiencia de la protagonista de La mala costumbre se puede trasladar a casi cualquiera”.
Portero aboga por “que la cultura sirva para expandir lo que consideramos como universal”. “Hay una cosa que me molesta, y es por mucho que yo me haya formado leyendo a esas personas y me gusten, no entiendo cuál es la diferencia entre Thomas Mann contando la historia de un mirón en Venecia con las historias que cuentan mujeres, personas LGTB o escritores racializados”. “Si alguien quiere catalogar el libro como literatura trans también lo debería catalogar como un libro de clase obrera”, prosigue. “Lo obrero marca muchísimo, y más en aquellas generaciones de finales de los 70, y principios de los 80. A mí me interesaba mucho contar cómo se intentan comunicar las personas que no tienen herramientas para comunicarse, que no tienen las palabras adecuadas y que no tienen tiempo para hacerlo, porque están ocupados sobreviviendo”.
Alana S. Portero y los libros para cambiar el canon literario
Alana S. Portero y los libros para cambiar el canon literario
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Cuando María habla de las mujeres de su familia puedo sentir como si mis manos se hundieran en mi propia tierra para descubrir manantiales. Y el olor de las sabanas de mi abuela cuando de niña me acostaba en su casa, me tocaba la frente y me rezaba para que tuviera buenos sueños. Es entender y valorar que cada paso que damos es reflejo de el impacto que ellas tuvieron, tienen y tendrán en cada palmo de tierra. Me encanta y me inspira profundamente.
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Yo me he sentido muy reflejada en ese relato de las mujeres obreras, en lo generacional. Está llevado con muchísima inteligencia y son personajes muy reales, muy bien escritos.
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Fue su primera novela larga y la publicó hace justo sesenta años, pero Martín Gaite es una de esas autoras de las que recomendaría cualquiera de sus libros, tanto de ensayo como ficción
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El otro fue la primera novela de Truman Capote. Fue una lectura demasiado temprana, porque creo que no lo entendí todo, ahí de repente sentí que me estaban interpelando para contarme una historia que tenía mucho que ver conmigo aunque no lo estuviese entendiendo todo. Lo he releído varias veces, vuelvo bastante a él, a leerlo entero o a partes, sobre todo al final, que me parece excepcional. Siempre descubro cosas en él que me hacen ver lo insensato que fui al creer que había entendido algo en un momento en el que me estaba vedado.
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