El libro que ha leído cinco veces y otros imprescindibles de Eduardo Mendoza

“Creo ser un buen lector, y además un lector que empezó muy pronto”, asegura Eduardo Mendoza. Sus comienzos en la literatura, mucho antes de firmar sus propias obras, empezaron con algunos de los clásicos juveniles de su época. “Tuve a mi disposición una biblioteca familiar hecha por acumulación, en casa de mi abuela, de varias personas y dos o tres generaciones”, recuerda el Premio Cervantes 2016. Entre esos descubrimientos preadolescentes, el destaca tres: “La isla del tesoro, Tarzán de los monos y La vuelta al mundo en 80 días. Pensé que lo que quería hacer en la vida era escribir algo tan bueno y tan bonito como eso”, asegura.
Su paso a la literatura adulta, sin embargo, se lo debe a un tío suyo. “ Para empezar me dio el Werther de Goethe cuando yo debía tener 14 años, y aquello me dejó completamente anonadado”, explica. De esa época también recuerda otras lecturas decisivas, como las de Crimen y castigo y Guerra y paz. “Luego he vuelto a leer algunas de estas novelas de mayor, después de ese momento en el que me parecieron de otra galaxia, y veo que las leí bien, que las entendí bien”, nos cuenta en esta extensa entrevista en vídeo. Pero sería otro libro el que le daría el empujón definitivo para encontrar su voz.
“Toda escritura es parasitaria, y yo también escribía de manera imitativa, hasta que un libro de Baroja me dio la clave”, confiesa el autor de la reciente El negociado del yin y el yang. “Me dio el empujón y me dijo: 'Ahora ya nadas sin flotadores”. A El escuadrón del brigante, de la serie Memorias de un hombre de acción, le debe lo que él califica como “quizás el momento más importante” de su carrera literaria.
El libro que ha leído cinco veces y otros imprescindibles de Eduardo Mendoza
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Si no la leíste de niño, casi mejor... así te das ahora el gustazo. Me conecta directamente con mi niño interior y aventurero. No se porqué pero me hace volar.
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Creo ser un buen lector, y además un lector que empezó muy pronto. Tuve a mi disposición una biblioteca familiar hecha por acumulación, en casa de mi abuela, de varias personas y dos o tres generaciones. Mi tío me vio leyendo novela juvenil y me dijo 'no, tienes que pasar a la novela de adulto y yo te voy a guiar'. Para empezar me dio el Werther de Goethe cuando yo debía tener 14 años, y aquello me dejó completamente anonadado.
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Un clásico universal, pero de lectura pausada. Me resulta especialmente atractiva la minuciosa caracterización de la psicología de los personajes. Dostoievski describe como nadie el sentimiento de culpabilidad. Hay momentos en los que la tensión mental a la que están sometidos los personajes es tan fuerte, que traspasa las páginas del libro y puede llegar a envolverte.
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[En 'Berta Isla'] me he permitido alterar, y presentar como suyas, un par de citas del Dickens de 'Historia de dos ciudades'. Una osadía, pero bueno.
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Un placer de lectura, este clásico tiene todo lo que tiene que tener una novela, tanto en los grandes términos como en los pequeños detalles.
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