Juan José Millás: grandes libros que mezclan realidad y ficción
En 'Ese imbécil va a escribir una novela', el autor juega de nuevo con los límites de lo que imaginamos y consideramos real.

Un periodista llamado Juan José Millás recibe el encargo del que puede ser su último gran reportaje con una propuesta que le resulta inquietante: escribe sobre lo que quieras. Así comienza Ese imbécil va a escribir una novela, el libro de un Juan José Millás (el de la realidad) en estado puro. Ahí comienza una peripecia vital que ahonda en un episodio de la infancia y que reflexiona sobre la memoria y su funcionamiento, la necesidad de cerrar círculos, el psicoanálisis y, su tema clásico, la imposibilidad de separar realidad y ficción, en un libro repleto del humor característico de Millás. Hablamos con él de su última obra y nos recomienda grandes libros que mezclan realidad con ficción.
Video: entrevista y libros recomendados de Juan José Millás

Recuerda Juan José Millás que, cuando comenzó a dedicarse por completo a la escritura, aceptaba todos los encargos posibles, pero detestaba principalmente los que le pedían que escogiera él un tema cualquiera. “En el reportaje, una de las peores cosas que te pueden decir es ‘escribe sobre lo que quieras’, porque te preguntas sobre qué quiero escribir”, admite. “En el periodismo viene muy bien la imposición externa, te obliga a no caer en tus vicios, a salir de un molde. Una vez coincidí en una cena con Manuel Vicent, y me dijo: ‘Es más fácil escribir un artículo diario que uno a la semana’. Si escribes un artículo diario, cualquier cosa te sirve. Pero si es una semana, dices: Ay, ¿por qué escribiré yo?”.

El Juan José Millás de la ficción en Ese imbécil va a escribir una novela se encuentra con ese dilema, que va posponiendo mientras la memoria le lleva a un acontecimiento de su infancia del que empieza a dudar. Un tema recurrente en Millás, el de la memoria. “Seguramente la memoria es muy traicionera, y de hecho hay muchos recuerdos que son implantados”, admite. “En Blade Runner, la película de Ridley Scott, a los replicantes les implantan recuerdos, y con la implantación de esos recuerdos generan una biografía. Seguramente algo así nos ocurre a nosotros. La memoria es una mezcla de cosas que nos contaron, pero que ahora incorporamos como propias, de cosas que fueron medias verdades, pero que eran buenas para nuestra imagen, cosas auténticas… Es una mezcla de todo eso, una mezcla de la fantasía, de los sueños, de la imagen… Pero es lo que tenemos, porque es imposible escribir sin memoria”.
A vueltas entre la realidad y la ficción
Como en otras de las obras de Millás, su protagonista (un trasunto de él mismo) comienza a plantearse a través de sus recuerdos qué es realidad y qué es ficción, una separación en la que el autor no cree. “El error está en considerar que lo imaginado no forma parte de la realidad, un error gordísimo porque no solamente forma parte de la realidad, sino que la realidad es el resultado de lo que imaginamos”, afirma.” Somos hijos del cuento. No hay ninguna fundación, ningún país ni ninguna ciudad en cuyo origen no haya un mito. Nuestra propia biografía está llena de mitos, nos cuentan que cuando nacimos llovía, o que al salir de la clínica nevaba. Lo increíble es que pensemos que el cuento no forma parte de la realidad, cuando todo lo que pasa por lo que llamamos realidad ha tenido que pasar antes por la cabeza”.
Esa distinción artificial es para Millás un error fundamental no solo en la literatura, sino en la vida. “Este es uno de los grandes fallos de la educación, porque si realmente comprendiéramos o asumiéramos que la realidad es el resultado de lo que imaginamos, llevaríamos cuidado con lo que imaginamos”, razona. “Cuando la realidad funciona mal, es porque nuestras cabezas funcionan mal. Y por eso es tan importante en la educación, precisamente. Por eso sería tan importante enseñar ya desde pequeño que, además de tener unas piernas para correr, lo cuál es una responsabilidad, tienes un aparato que es para imaginar y para fantasear, y eso es una responsabilidad enorme”.
Ese imbécil va a escribir una novela es también la última muestra de que Millás ha alcanzado una maestría en el oficio de relatar y fantasear que le permite llevar a su terreno una historia cualquiera, sin tener que recurrir a tramas complejas. Él es su propio estilo. “El oficio te ayuda a romper corsés”, concede él. “El oficio debería ayudarte no a quedarte atrapado en los corsés, sino a ir liberándose de ellos. Ahora, también pienso que es difícil ser heterodoxo si no has pasado por la ortodoxia. Es decir, que la ortodoxia viene bien. La ortodoxia, que muchas veces se desprecia desde temperamentos muy libertarios, es muy buena. Educarse en la ortodoxia es muy bueno porque desde la ortodoxia puedes dar el salto a la heterodoxia. Pero si no has pasado por ahí, mal asunto”.
Juan José Millás: grandes libros que mezclan realidad y ficción
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Son dos libros que me han dejado deslumbrado. Los dos tratan de una relación entre locura y ciencia. Sobre todo el segundo, Maniac, de aquellos sabios, de aquellos científicos que se han acercado a ese mundo tan raro que es la realidad cuántica y que parece que es difícil meterse ahí sin enloquecer un poco. Esos dos libros son terribles, los dos, en el mejor sentido de la palabra. Un verdor terrible es más accesible, es más corto. Yo recomendaría a alguien que empezara por ese y si ese libro me ha conmovido, a mí me ha conmovido mucho, que vaya a Maniac.
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He leído un libro de Piedad Bonet, que es una escritora colombiana, que no es una novedad, pero que ha llegado a mis manos tarde. Me ha conmovido mucho también. Es un libro en el que narra el suicidio de su hijo, que tenía una enfermedad mental. Es un libro estremecedor y muy interesante también desde el punto de vista de la literatura y del arte en general. Por ejemplo, a este chico que era pintor, se matricula en una escuela de artes y llega un día a casa y le dice a su madre que su profesor ha dicho que la pintura ha muerto. Claro, me sorprendió porque, desde que yo empecé a escribir, se viene diciendo que la novela ha muerto. Da la impresión de que todo el arte ha muerto.
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Me está gustando mucho porque es un personaje yo creo que esencial en nuestras letras, y autora de una obra gigante, que es el diccionario, sobre todo si pensamos que los diccionarios, en general, son obras colectivas. Y que esta mujer, ella sola, con críos pequeños, con fichas a mano, hiciera esa obra monumental que se diferencia de los diccionarios convencionales, además…