Las mayores borracheras de la historia de la literatura

Los problemas con el alcohol de algunos de los grandes nombres de la literatura son públicos y notorios. Ahí están Ernest Hemingway, Faulkner o Raymond Carver. Las bebidas espirituosas han sido alimento de múltiples autores, pero también protagonistas de algunos libros. Hoy en Librotea nos fijamos en ese último aspecto para reunir en una estantería un puñado de borracheras literarias. Miedo y asco en Las vegas, de Hunter S. Thompson, es un viaje por el universo del alcohol y las drogas. El maestro del periodismo gonzo narra un viaje en busca del gran sueño americano regado de todo tipo de sustancias. El protagonista de El mundo se acaba todos los días, de Fernando Marías, ofrece la visión del adicto al alcohol. Algunos le llaman el otro Murakami, pero lo cierto es que Ryu Murakami logró la atención de millones de lectores con Azul casi transparente, novela en la que un grupo de jóvenes que viven cerca de una base norteamericana experimentan con el alcohol, las drogas y el sexo. Una existencia a 300 km por hora. Sebastian Flyte y Charles Ryde comparten más de una borrachera en las páginas de Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh. El agente más famoso del mundo, 007, disfruta del ya célebre Vesper Martini en muchas de sus aventuras, también en Casino Royale. No solo los hombres tienen afición por el alcohol en la ficción, ahí está Una rubia imponente, de Dorothy Parker, para mostrar que ellas también empinan el codo. La botella de whisky era una fiel acompañante de Charles Bukowski, afición que también se filtra en las páginas de algunas de sus obras, donde el alcohol es un elemento más de la narración. Sobrebeber no es una novela, sino la experiencia de Kingsley Amis con el alcohol después de años bebiendo más de la cuenta. El célebre escritor británico reunió en un volumen secretos sobre cómo hacer un cocktail (el Lucky Jim) o cómo sobreponerse a la más espantosa de las resacas. Esa que también dejan la lectura de En deuda con el placer, de John Lanchester o Menos que cero, de Bret Easton Ellis.
Las mayores borracheras de la historia de la literatura
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Evelyn Waugh es tan elegante que parece que escriba vestido de frac, tecleando con una mano mientras que con la otra sujeta un Dry Martini. Es uno de esos escritores británicos como E.M. Forster, Graham Greene o Somerset Maugham que dan tanta importancia a la historia como al estilo. Los diálogos de 'Retorno a Brideshead' son tan buenos que en una breve conversación hacen que ames u odies a un personaje para toda la vida.
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La novela nos sumerge en los bandazos de unos jóvenes habitantes de una base norteamericana en Japón. Mucha droga, mucho sexo y mucha indolencia contada con la pasión brutal y antisentimental del buen Murakami.
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También una crónica real que da lugar a un nuevo género del reporterismo, el “Periodismo gonzo”. Thompson y su abogado viajan a Las Vegas para preparar un reportaje, llevando consigo un brutal cargamento de drogas en el maletero del coche. Allí vivirán un sinfín de experiencias, cada cual más bestia, bajo los efectos del LSD, la cocaína y la mescalina. Miedo y asco en Las Vegas también llegó al cine en el 98 con Johnny Depp y Benicio del Toro como protagonistas."Odio abogar por drogas, alcohol, violencia o locura a alguien, pero siempre me han servido a mi" .
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Chuck en su mejor momento. Ácido y directo, corrosivo y escandaloso como un puñetazo brutal e inesperado en el estómago.
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Hay muchos libros a los que vuelvo con mucha frecuencia. Por ejemplo, ahora para un curso que estoy preparando me he releído El sueño eterno de Chandler y Asesinato en el comité central de Vázquez Montalbán. Cada vez que los leo me resultan muy, muy agradables.
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