Libros imprescindibles escritos por mujeres, recomendados por Ligia Urroz
La autora nicaragüense publica 'Por mi gran culpa', una novela inspirada en un secreto de familia.

En el origen de Por mi gran culpa, la última novela de Ligia Urroz, se encuentra un secreto familiar que ha marcado a varias de sus generaciones. Su tatarabuela, española, fue violada por un obispo, lo que provocó que dejase su país rumbo a América. Una revelación de ese calibre hizo que la autora nicaragüense bucear en la historia familiar, pero esta vez de una manera distinta a como lo hizo en Somoza, el libro que bebía de su propia experiencia como una niña que veía en el dictador a un miembro de su familia. En Por mi gran culpa, Urroz recrea la experiencia de Josefa, esa tatarabuela que lidia con una culpa que se transmite de generación en generación, alimentada por la fe católica, y que incide especialmente en las mujeres. Hablamos de todo ello y nos recomienda libros imprescindibles de grandes autoras.
Video: entrevista y libros recomendados de Ligia Urroz

La revelación familiar le llegó a Ligia Urroz de manera casual, sin previo aviso. “Un día, mi abuela soltó la noticia así, de repente: ‘Ah, por cierto, el apellido Urroz no debería de ser Urroz, porque ustedes deberían de tener el apellido del obispo de León. Sí, él embarazó a Josefa Urroz y el hijo es del obispo”. Ese secreto se instaló en ella desde pequeña, con todo lo que conllevaba. “Nací en una familia católica, y eso era una cosa tan horrible que nos iba a condenar, decían que a no sé cuántas generaciones hacia abajo. Entonces, siempre viví con esa espina, ese estigma, hasta que maduré y ya dije, no, esto no puede ser así, no se puede vivir con ese miedo, vamos a hacer una novela. Esa es la premisa de la novela”.

A partir de ese hecho, de la violación que sufrió su tatarabuela Josefa, Urroz ficcionaliza la experiencia vital que tuvo que vivir, dejando Castilla por Nicaragüa y acarreando una culpa impuesta e injusta que le persiguió a ella y a su familia. “Mi novela anterior, Somoza, era súper íntima y era autoficción, casi todo está basado en hechos reales”, explica la autora. “En cambio ahora, con Por mi gran culpa, a pesar de que también es familiar y también está basado en un hecho real, ya pasaron tantas generaciones que creo que ya no puede haber algún roce con la familia. Mi padre ya murió, pero él también hablaba del obispo y decía que sí, que el niño era el hijo del obispo. Todo es ficción, pero esa es la premisa que genera o detona todo el texto”.
La culpa que persigue a la mujer
Por mi gran culpa está salpicada de versículos de la Biblia que ahondan es ese peso que recae sobre Josefa, que siente que puede haber sido la culpable de la violación que ha sifrido. “La emoción regente de la novela es la culpa. Y, claro, todo se deriva de esta culpa primigenia de Adán y Eva, que Eva tiene la culpa de darle esta manzana a Adán. Oigan, pero Adán se la comió, él pudo haber dicho, no quiero. Nunca ha habido un equilibrio entre este afán de culpabilidad, siempre las mujeres hemos cargado con muchísimas culpas y, justamente, de eso era lo que quería hablar, de esta culpa primigenia y de todas las que se van juntando en el saco culposo de la mujer”, cuenta Urroz.
Esa culpa ataca a mujeres de distintas generaciones, y de formas muy diversas. “Yo trabajé toda mi vida, estuve 25 años en el sector financiero, tuve mis tres hijos y dejaba a mis hijos en la guardería y eso me generaba culpa”, recuerda. “La mañana que se quedaban ahí yo me preguntaba si estaba haciendo lo correcto. ¿Será lo correcto trabajar, desarrollarme profesionalmente para darles a ellos una mejor vida, o no, o será que me tengo que quedar en mi casa como todas las demás mamás? Quería hablar de esta culpa, de cómo Josefa asume que a lo mejor ella fue la que sedujo al obispo y que por eso a lo mejor abusó de ella. Ella interioriza esta culpa y no la externaliza en el personaje que la viola, sino que ella la asume como propia, y eso es terrible”.
Pero Urroz también le da una oportunidad a su tatarabuela de la ficción de romper esas cadenas. “Quería tomar en cuenta todo el camino, en este caso el viaje que hace Josefa que, a pesar de estar en 1870, se encuentra con una mujer poderosa, una mujer que ya ha sabido, de alguna forma, quitarse esa culpa, y la empieza a acompañar hasta que Josefa, a lo largo del camino, puede discernir que tal vez no era su culpa”. Se refiere al personaje de María Luisa, “una mujer poderosa, una avanzada a su época, un personaje que a mí me encanta porque está llena de fuerza. Porque hay una lucha de poderes: está el poder del obispo y el poder de María Luisa. Uno está enfocado hacia la oscuridad y el otro enfocado hacia la luz. Y, en este viaje, en este periplo de Josefa y su hermana Dolores cruzando el océano, se acercan hacia este poder lleno de luz, que es el poder de esta matrona espectacular. Quería hacerle justicia, honrar la memoria de mi tatarabuela”.
Libros recomendados de Ligia Urroz
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Creo que es un libro muy importante. De hecho, Annie Ernaux para mí es fundamental. Hay epígrafes en la novela que son de ella, porque trabaja muy bien el tema de la culpa, trabaja muy bien el tema del catolicismo, de cuando te llevaban a misa. Y este tema, ella lo tiene también despuntado. La recomiendo ampliamente.
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Es un novelón. Me gusta muchísimo porque, como ella también habla de dictadura y habla del dolor que te puede generar una matanza de estudiantes. Para mí es una cosa muy cruda. Quisiera poder escribir como ella.
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Es una novela extraordinaria, que te va llevando a diferentes sentimientos desde un chico que le cae muy mal su madre, adolescente, como todos los adolescentes que le caen muy mal sus padres. Pero la madre está enferma de cáncer, y entonces en ese verano ocurren cosas mágicas. Es una novela que verdaderamente te llega al corazón.
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Es un libro de entrevistas a más de 300 mujeres que estuvieron en la Segunda Guerra Mundial. Unas estaban en las centralitas telefónicas, otras como enfermeras, otras en el frente llevando rifles. Tiene este sentimiento femenino de la guerra y de dejar a los suyos atrás, y de la vergüenza de volver vivo y decir hubo muchos que se quedaron en el camino y aquí estoy yo de nuevo, y tengo que rehacer mi vida.