Libros más adictivos que cualquier droga, por Mateo García Elizondo

“Vine a Zapotal para morirme de una buena vez”: el comienzo de Una cita con la lady, la primera novela de Mateo García Elizondo (Ciudad de México, 1987), es de los que se queda grabado en la mente. Además de la referencia al Pedro Páramo de Juan Rulfo que muchos han detectado en esas primeras palabras, así como en otros aspectos del libro, este inicio nos adentra en una atmósfera especial. El narrador, sabremos unas líneas después, ha llegado a ese pueblo fantasmal de México para acabar con su vida mediante “doscientos gramos de goma de opio y un cuarto de onza de heroína”. Pero, como descubrirá unas cuantas páginas más adelante, morirse no es tan fácil como parece.

“Hubo una época en la que hubo muy buena literatura sobre drogas, pero se volvió una moda y todo el mundo lo hacía. Cuando estaba haciendo este libro la gente me decía que la vida de un adicto no es interesante, que lo único que desean es conseguir su droga”, explica a Librotea García Elizondo desde México DF. “A mí el tema me interesó por varias razones”, prosigue. La adicción me parece una manera muy metafórica y superlativa de hablar del deseo, y quería escribir sobre cómo el deseo lo ancla a uno a la vida”.
El origen de Una cita con la lady, en realidad, fue un poco distinto. “Yo quería escribir una historia de fantasmas, pero acabó convirtiéndose en esto. “Me interesa mucho la heroína en particular, sobre todo porque es la única droga que funcionaba para esta novela. Tiene esa dualidad muy bonita del placer y del deseo, de que la adicción te ancla de alguna manera a la vida terrenal, pero al mismo tiempo te está destruyendo. En ese encuentro había un conflicto muy interesante, un conflicto muy antiguo: el del deseo y la muerte”.
La heroína, por tanto, es el vehículo, pero no el final de la motivación del narrador de la obra. “El deseo de morir me parecía un motor bonito para el personaje. Por lo general, el lector desea que el personaje de una obra vive, se salve, y en este caso me parecía divertido que el conflicto fuese precisamente que el protagonista quisiera morirse y que no pudiera”, explica Elizondo. “Hay un juego, que fue a la vez lo divertido y lo difícil de la novela, en la postergación de ese momento de la muerte”. Ese tránsito entre la vida y la muerte era un terreno que Elizondo quería explorar. “Es lo que se habla hacia el final, lo que llamo el bardo, ese estado transitorio en el que revisas toda tu vida pasada, y que hace que veas tu vida de otras maneras”.
Curtido en la escritura para el cine y el periodismo, Mateo García Elizondo parecía predestinado a la literatura. Su abuelos paternos y maternos son escritores. El primero, nada menos que Gabriel García Márquez. Y aunque Una cita con la lady remite más a otros autores, algo de esa influencia queda en la obra. “Yo ya sabía que quería escribir sobre un pueblo mágico en algún momento, pero el desencadenante fue el personaje, con el que yo me identificaba mucho con él de cierta manera, y el pueblo se fue definiendo a partir de él. Ahí se empezó a definir como un pueblo fantasma, una mezcla de muchos sitios por loe que he pasado en el sur de México”.
Mientras prepara guiones y artículos durante esta cuarentena, Elizondo le da vueltas a futuras obras de narrativa. También, por supuesto, a los libros de otros. “Recientemente leí La peste, de Camus, y en mi caso fue mala idea leerla en este momento”, bromea. Pese a que confiesa tener mala memoria, nos dejó algunas recomendaciones de títulos y autores que han sido importantes para él.
Libros más adictivos que cualquier droga, por Mateo García Elizondo
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Yo empecé leyendo terror, sobre todo a Poe. Es un género que me encanta, y Poe ahí siempre ha sido un maestro, que además me llevó a otras cosas que me empezaron a gustar.
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Poe me llevó a Quiroga, otro autor que me encanta. Ese terror un poco selvático siempre me ha interesado mucho.
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Una inigualable obra de arte, un referente que siempre inspira a la libertad. Cualquier página que escoja al azar marca un rumbo.
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Un escritor que me encanta y que me ha cambiado mucho la perspectiva es B. Traven. Es un libro buenísimo, trata sobre un marinero que se queda varado sin papeles, y tiene que intentar volver a EE UU. Nadie cree que es americano, y es muy divertido. El tesoro de la sierra madre también me encanta.
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Siempre cito como una gran influencia mía a 'La leyenda del santo bebedor', un libro que me encanta.
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La otra -junto a 'Cumbres...' y 'Gatsby'- a la que retorno año tras años. Esta novela en particular (y Vonnegut en general) es como un cercanísimo pariente lejano. Me hubiera gustado mucho firmarla pero esto me hubiese privado de la constante alegría de leerla. Así que me he conformado con homenajearla y hacerle guiños desde mis páginas una y otra y otra y otra y otra vez. And so it goes...
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[Lo recomiendo] por el magistral duelo que vive el personaje entre el libre albedrío, la culpa y el bien.
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Me encantó como alguien intenta hacer terror 'serio'. Me han dicho que 'Nuestra parte de noche' también es muy bueno, y me lo creo.
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El poder arrasador del universo latinoamericano, la brutalidad de la literatura.
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