Pequeñas grandes joyas que deberías leer
Libros recomendados

Ahora que las novelas son cada vez más largas, ahora que no es difícil encontrar en las librerías obras que superan las 500 páginas sin despeinarse, echemos un vistazo a libros cortos (no más de 180 páginas) en los que está todo. Nada de novelaschicle, de argumentos estirados hasta la náusea. Y nada de los grandes clásicos que aparecen en todas las listas. Estos son otros libros cortos. Aprovéchalos.Entre ellos, Pudor y dignidad, de Dag Solstad, el despertar de un profesor que, de repente, entiende de qué va esto de la vida: tragedia y absurdez (y poco más). Los relatos de Entre las sábanas, de Ian McEwan también se recrean en la condición humana, y en el amor y el deseo y sus frustraciones.Silencio en Milán, de Anna María Oreste, es una incursión en la ciudad, en los sentimientos de la gente que habita los apartahoteles y también en uno mismo. En Los hermosos años del castigo, Fleur Jaggy retrata su adolescencia en un colegio en el que se mezcla la sensualidad, la atracción y los primeros deseos hacia el mismo sexo. Con El despertar Kate Chopin se convertía en la primera en contar que una ama de casa podía desprenderse de sus ataduras sociales (y de género) y hacer con su vida lo que le diera la gana. Después llegaron muchas más, pero ella ya lo hizo a finales del siglo XIX.Pese a que no es una lista de clásicos, hay dos nombres inevitables: Julio Cortázar y sus relatos surrealistas, absurdos de La autopista del sur (atención a lo que puede ocurrir al intentar vestir un jersey); y la obra de teatro de Albert Camus, Calígula, quizá su mejor libro, y en el que no sólo cuenta la historia del emperador romano, sino que indaga en el camino al que nos lleva la tiranía, la crueldad y el desprecio. Y sin final feliz. Camus era un vitalista: nadie puede ser feliz yendo siempre en contra de los otros.
Pequeñas grandes joyas que deberías leer
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Nunca habría mirado la infancia del mismo modo si no hubiese transitado por los libros de Jaeggy, y sobre este en particular.
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Como estudiante y muy joven, esta vez me atraía y me repelía. La protagonista arriesga su vida con su familia para vivir fuera de lo convencional, y luego cuando se da cuenta de que no puede liberarse de la sociedad, se suicida. Me enojé con ella por eludir sus responsabilidades como esposa y madre y por suicidarse. Pero lo que no entendería por un largo tiempo es que ella creció en una sociedad que nunca le ofreció otra opción más que ser secundaria con un hombre: facilitar su vida en lugar de vivir la suya propia.
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