Silvia Grijalba y los libros para las noches eternas
La periodista y escritora presenta 'Aquellas noches eternas', crónica de los cambios sociales en la Costa del Sol en los 60 y los 70.

Durante las décadas de 1960 y 1970, los cambios sociales iban a llegar a España a través de sus costas. El auge del turismo dio pie a una época en la que la oscuridad beata de la dictadura se iba mezclando con la actitud hedonista y desprejuiciada de otros puntos de Europa. Un tiempo mítico de sol, fiestas y glamour que recoge Silvia Grijalba en Aquellas noches eternas, su regreso a la novela tras una década. En esta nueva obra, asistimos al cambio vital de una joven de Oviedo, criada en un entorno opresivo, que llega a Torremolinos primero para descubrir un mundo que le había estado vetado, y su ascenso posterior como mujer de negocios en la noche de Marbella.
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La historia de Torremolinos a finales de los 60 es también la de la infancia de la autora, por lo que Aquellas noches eternas era uno de esos libros que han estado fragúandose durante años. “Yo llevaba mucho tiempo sabiendo que había vivido algo muy especial, que había sido una privilegiada al tener esa infancia en las piscinas de los hoteles de lujo de aquella zona y haber conocido a gente muy relevante y especial”, explica Grijalba.
Sin embargo, cómo contarla era algo que no tenía claro. “Yo tengo un pasado periodístico, pero lo que no quería era hacer una crónica periodística. No sabía muy bien cómo hacerlo, si desde el punto de vista de una niña, algo más autobiográfico. De pronto, me vino una idea por una frase que decía mi madre de vez en cuando. Mi madre, que había nacido en Logroño, decía que a ella en casa no le dejaban ni fumar ni usar pantalones y que, de pronto, llegó a Torremolinos y se podía poner bikini. Fue un mundo que se le abrió. Pensé en ese personaje de una mujer de esa época, que viene desde Vetusta, desde Oviedo, y que vive todo aquello que esa visión de esa mujer podía ser un buen hilo conductor para contar una historia que fuera una novela”.

La de ese personaje, Maite, es también la historia de unas pocas mujeres que, en la España todavía franquista, decidieron no seguir el camino que les marcaba la sociedad. “La Costa del Sol, igual que le daba la oportunidad a los hombres, también se la daba a las mujeres”, indica Grijalba.” Tú te podías reinventar todo el tiempo. Podías ser un playboy que no se sabía el pasado que habías tenido en tu país, que en Torremolinos podías volver a nacer casi. A las mujeres también se les da esa oportunidad. A mí me apetecía contar eso, la posibilidad que muchas mujeres tuvieron, esa libertad que tenían en la Costa del Sol para ser mujeres de negocios”.
Un lugar revolucionario
Con Aquellas noches eternas, Silvia Grijalba también quiere reivindicar una Costa del Sol que, antes de la especulación y la corrupción que llegaron después, sirvió para que la apertura se colase en las rendijas de la dictadura. “En la novela, la protagonista se va cuando empieza toda la especulación y ese tipo de cosas, que es cuando se acaba realmente la época maravillosa de la Costa del Sol”, detalla Grijalba. “Yo quería contarlo porque, por ejemplo, para el movimiento LGTBI también fue un momento muy importante. En Torremolinos hubo una redada que fue revolucionaria, en el pasaje Begoña, dentro de este movimiento de reivindicación de derechos del colectivo LGTBI. Yo creo que no se ha hablado demasiado de este periodo que es un momento de revolución absoluta en España, por supuesto, pero también en toda Europa”.
Para su autora, este fue un momento importante. “Creo que España le debe mucho a todo ese boom del turismo”, explica. “No solo porque viniera gente de fuera, sino porque esa gente se mezcló. La mayoría de mis amigos eran resultado del fenómeno de la sueca, de una señora sueca, inglesa, noruega o australiana que había ido a veranear a la costa del sol y se había casado con un español. Yo creo que ayudó a que se normalizaran muchísimas cosas que allí eran normales 20 años antes”.
También, por supuesto, la Costa del Sol proyectó una imagen de glamour que contrastaba con la España en blanco y negro. “Había una mezcla muy interesante. Escribiendo el libro me he dado cuenta de que la gente que estaba en esa época en la Costa del Sol era revolucionaria. Por una parte, aristócratas como Gunilla von Bismarck, que había estudiado en la Sorbona, una tía cultísima que ejercía ese papel como de frívola, pero que no lo era tanto. Jaime de Mora también era un personaje cultísimo, pero lo que pasa es que salía con el monóculo y hacía esas barbaridades y nos parecía que no, pero era gente realmente revolucionaria. Era gente que rompía con los esquemas de su familia, de su clase social y de todo lo que le había tocado en la vida. Allí rompían con todo lo que querían y eran absolutamente libres”, concluye.
Silvia Grijalba y los libros para las noches eternas
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Yo puedo decir que me atreví a lanzarme a publicar gracias a gente como Ray Loriga. Somos de la misma generación pero el público antes, y siempre le he seguido. Tim me parece un libro especialmente interesante. Si cuento algo lo voy a destripar, entonces simplemente digo que los que sean fans de Loriga, este va a ser uno de sus grandes libros con los que van a disfrutar. Y si no conocen a Ray Loriga, por Dios, ya va siendo hora.
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Julia Navarro es una autora a la que yo admiro muchísimo, me parece que sus novelas históricas también vienen del periodismo, y creo que eso se nota a la hora de escribir y tenemos ese nexo común. Ha sido generosísima conmigo y va a presentar esta novela, que es como mi vuelta después de 10 años. Su último libro, El niño que perdió la guerra, me parece una crónica muy emocionante, sin caer en absoluto en el sentimentalismo porque ella es una escritora muy rigurosa y que cuenta las cosas de una manera emocionante, pero no cae como otros escritores que han tratado el tema de la guerra y caen como en los tópicos más evidentes.
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Yo he tenido una relación muy cercana con Sánchez Dragó, he colaborado en su programa, y él siempre me decía Torremolinos, Eldorado, y contaba esas aventuras suyas de Torremolinos, de sus ligues y de sus cosas, tan de Dragó. Cuando me puse a escribir este libro, lo volví a leer, y es un libro que para conocer el Torremolinos de la época viene muy bien.
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Un libro que no tiene nada que ver con lo que yo cuento, pero que es de un autor que yo adoro, de Ballard, que me parece un escritor brutal. Noches de cocaína transcurre en Marbella, es un escenario casi distópico que podría estar en cualquier otro lugar del mundo, pero es Marbella, pero yo creo que no es casualidad que eligiera Marbella para hacer este libro. Así que si quieren conocer una parte un poco de ciencia ficción de una Marbella que no existió, ese libro es muy recomendable.
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