Luna Miguel

Subrayarás todas sus ideas arriesgadas y lúcidas sobre prostitución, violencia sexual y feminismo punk.

Comprenderás que no estás solo en el duelo.

Verás que no hace falta ser un tipo concreto de feminista, que, de hecho, existen muchos feminismos y muchas maneras válidas de luchas desde ellos.

Escucharás a una madre real, con miedos reales, con esperanzas reales, con remordimientos reales.

Notarás tu corazón latiendo muy fuerte con las historias de estos niños huérfanos, con sus amores imposibles.

Querrás leer filosofía, querrás hablar de política, querrás tener una amiga con la que compartir delirios y alcohol.

Enloquecerás intentando entender la vida de una mujer extraordinaria pero peligrosa.

Escucharás la voz de las mujeres más humildes de Chile.

Temblarás de terror con una ciencia ficción cercana, íntima, contagiosa.

Echarás de menos una conversación larga con tu mejor amiga.

Tejerás con versos breves una historia sobre tu propia supervivencia.

Aprenderás a amar lo que odias de tu cuerpo.

Querrás escuchar las historias de tus antepasados para mecerte en tus orígenes.

Follarás y pensarás sobre follar.

Olerás el campo, hundirás las manos en la herida del cordero, lamerás una gota de miel, serás flor.

Agradecerás haber crecido, ser adulto, y no tener que enfrentarte a los dientes afilados de otros niños.

Lucharás por ser libre en un mundo que no entiende tu género pero tampoco tu religión ni tu origen.

Entenderás la vida de uno de los escritores más mágicos y polémicos del siglo XX, Vladimir Nabokov, de la mano de esta escritora atenta y sincera.

Contradijo a Susan Sontag muchos años antes de que la pensadora dijera que el cáncer no podía ser literario. En I'slas flotantes', Joyce Mansour escribió un delirio sobre la enfermedad, con ese estilo tan bruto y tan vibrante que caracterizó también su poesía. Aunque su nombre no esté en todos los altares, esta autora egipcia fue una de las mujeres del surrealismo en París. Ahora que al fin sus obras se reeditan en Francia, podemos empezar a ver sus versos más allá de los libros raros de segunda mano. Por eso, tener Islas flotantes en nuestro idioma —y también una selección de su poesía en Igitur— me parece una victoria.