13 libros para enamorarse de la literatura
Una selección para abrir la puerta a un mundo fascinante.

Al principio de toda relación hay un flechazo, y no hablamos solo de cuestiones sentimentales, también de las literarias. Está ese libro que se cruzó en tu vida en un momento determinado, que te atrapó, te regaló horas de felicidad, te dio cobijo entre sus páginas o tal vez incluso te consoló. No lo has olvidado nunca porque te marcó, fue ese primer amor que te descubrió todo un mundo de posibilidades. Hoy en Librotea nos fijamos en algunos de esos títulos que abrieron, o que son capaces de abrir, esa cerradura. Un puñado de obras para enamorarse de la literatura. La isla del tesoro, de Stevenson, es uno de esos libros que te atrapa desde la primera página. Desde la comodidad del sofá de casa uno es capaz no solo de soñar con aventuras en parajes remotos, sino de vivirlas. Es un título iniciático para muchos, como lo es En el camino, de Jack Kerouac. Símbolo de la Generación Beat y artífice de que millones de personas en todo el mundo se engancharan a la literatura. Jane Austen es capaz de enamorar hasta al más reticente amante de los libros. Uno puede probar con cualquiera de sus novelas, de Sentido y sensibilidad a Emma. No saldrá indemne de ese viaje. Tampoco podrá resistirse a los encantos de Balzac, autor de obras como Papá Goriot, o al talento desplegado por Stendhal en Rojo y negro. Desgracia, del Nobel sudafricano Coetzee, es otro título con el que dejarse seducir. Como lo es la primera novela de otra galardonada por la Academia Sueca: Canta la hierba, de Doris Lessing. Títulos que comparten estantería con La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, o El túnel de Ernesto Sabato, dos exponentes de la mejor literatura hispanoamericana, porque uno de los secretos para mantener una relación larga y fructífera con la literatura es descubrir qué nos gusta más, si las historias que llegan de Hispanoamérica o la tradición francesa. Meridiano de sangre, de Cormac McCarthy o Lo raro es vivir, de Carmen Martín Gaite, también están incluidos en esta selección. Exponentes de la mejor literatura, libros de los que enamorarse.
13 libros para enamorarse de la literatura
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A veces uno se acerca al concepto del miedo, el que surge del espíritu humano y que es capaz de lo peor y lo mejor. En Meridiano de sangre Cormac McCarthy se explaya a través de sus imágenes y personajes para dejarlo todo “meridianamente” claro.
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Todas las niñas de mi generación leímos a Austen porque formaba parte de nuestra educación sentimental, aunque sus heroínas consiguieron lo contrario de lo que pretendían los educadores y prescriptores de la época. Menospreciaron la capacidad de Austen de llevarnos por caminos de libertad individual. Hoy Austen es también reivindicada como la gran narradora que fue. Es mi homenaje a la memoria adolescente-literaria de mi generación.
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Una inigualable obra de arte, un referente que siempre inspira a la libertad. Cualquier página que escoja al azar marca un rumbo.
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La muerte de Artemio Cruz, retrata á la Revolución mexicana corrompida y hecha gobierno.
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Desgracia fue el primer libro de Coetzee que leí. Posiblemente sea lo más bello que he leído o al menos nunca disfruté y sufrí tanto al llegar a la última página.
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Uno de los libros que más he regalado. Se trata de una crónica familiar en la que el retrato del padre emerge con una fuerza y gracia especiales. Los Levi y su léxico han sido un faro para mí a la hora de escribir “La casa de los pintores”. La vida, la verdad, no necesitan de mucho engolamiento para ser contadas. Pero hay que tener la sabiduría de Natalia Ginzburg para escribir con tanta naturalidad.
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Junto con "La Metamorfosis" de Kafka, los dos libros que me descubrieron nuevos ángulos de la realidad
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Una de las mejores novelas del gran (y prolífico) escritor francés, otra vuelta de tuerca sobre el muy literario asunto de la ingratitud de las hijas. (Son siempre las hijas las desagradecidas…. ¿quizá porque los escritores son varones?).
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Hay libros que recuerdo en qué momento exacto los leí. El túnel lo leí en 1994. Sábato había hecho un informe sobre la dictadura argentina y yo estaba haciendo Calígula en Buenos Aires. El peso valía un dólar, todo era carísimo. Era todo una locura, y en ese momento hacer Calígula allí era... Además era una versión que estaba situada en la Roma de Mussolini. Bioy Casares y Sábato iban todos los jueves a un restaurante en La Recoleta a comer unos raviolis. Sábato y Bioy ya me conocían, así que a veces comía con ellos. Un día le dije a Bioy: “Señor Bioy Casares, nunca he comido unos raviolis tan ricos”. Y él me dijo: “Ah, pero no sea usted ingenuo, cuestan 30 dólares. Por 30 dólares en mi casa le hacemos raviolis para un año”.
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Si no la leíste de niño, casi mejor... así te das ahora el gustazo. Me conecta directamente con mi niño interior y aventurero. No se porqué pero me hace volar.
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