27 premios Cervantes imprescindibles
Libros recomendados de autores que han ganado el Premio Cervantes

No es fácil escoger los libros imprescindibles de los galardonados con el premio Cervantes en sus cuarenta años de Historia. La literatura en español contempla algunas de las mejores voces –con premios Nobel incluidos- de los últimos sesenta años (aunque siguen faltando escritoras). Esta es sólo una selección. El lector puede incluir sus propios libros.De la literatura latinoamericana nos quedamos con El siglo de las luces, del cubano Alejo Carpentier, el tan borgiano Historia universal de la infamia, La vida breve, de Onetti, La llama doble, de Octavio Paz, El túnel, de Ernesto Sábato, La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, Tres tristes tigres, de Cabrera Infante, De palabra, de Juan Gelman, La mansión de la Araucaíma, de Álvaro Mutis, los poemas escogidos de Dulce María Loynaz y la novela de denuncia de Elena Poniatowska, Hasta no verte Jesús mío. Poesía y narrativa que han retratado al continente americano durante el siglo XX y que son imprescindibles, no sólo desde el punto de vista literario sino también social.Entre los títulos de autores españoles imposible no recoger a miembros de la Generación del 27 como Alberti con su Marinero en tierra o Dámaso Alonso y aquel Hijos de la ira. El monumental Los gozos y las sombras, de Torrente Ballester y la dramaturgia de Buero Vallejo en Historia de una escalera. La voz de una filósofa como María Zambrano en Claros del bosque, y de un pensador como Francisco Ayala en Muertes de perro. El infinito Miguel Delibes del que tantos libros podrían escogerse (aunque tengamos que quedarnos sólo con Cinco horas con Mario). El tremendismo del primer Cela post Guerra Civil de La colmena; las antologías de poetas como José Hierro y Antonio Gamoneda. La narrativa de Umbral en el doliente Mortal y rosa; la denuncia de Juan Marsé en Últimas tardes con Teresa, y la de Ana María Matute en Los hijos muertos. La prosa de Juan Goytisolo en Señas de identidad y la de Ferlosio en El Jarama. Y, por supuesto, la gran novela de Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta.Literatura para disfrutar y para entender la historia del siglo XX. Pese a que todavía primen la novela y las voces masculinas.
27 premios Cervantes imprescindibles
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Me encantan los autores latinoamericanos, García Márquez, Vargas Llosa… En su momento me encantó El siglo de las luces que describe los ecos de la Revolución Francesa en el Caribe.
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La posguerra fue el insomnio de muchos, y nadie la expresó con la contundencia poética con que lo hizo Dámaso Alonso. Basta leer su poema sobre el Madrid habitado por un millón de cadáveres para comprobar la temperatura del libro.
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Es un escritor que me ha acompañado siempre, me subyuga, me toca siempre la fibra.
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Cuando sea mayor quiero escribir como él, aunque sé que es imposible.
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Recuperé mucha literatura erótica, y volví sobre La llama doble, de Octavio Paz, un librazo.
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Hay libros que recuerdo en qué momento exacto los leí. El túnel lo leí en 1994. Sábato había hecho un informe sobre la dictadura argentina y yo estaba haciendo Calígula en Buenos Aires. El peso valía un dólar, todo era carísimo. Era todo una locura, y en ese momento hacer Calígula allí era... Además era una versión que estaba situada en la Roma de Mussolini. Bioy Casares y Sábato iban todos los jueves a un restaurante en La Recoleta a comer unos raviolis. Sábato y Bioy ya me conocían, así que a veces comía con ellos. Un día le dije a Bioy: “Señor Bioy Casares, nunca he comido unos raviolis tan ricos”. Y él me dijo: “Ah, pero no sea usted ingenuo, cuestan 30 dólares. Por 30 dólares en mi casa le hacemos raviolis para un año”.
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En los ardientes años previos a nuestra guerra civil, un joven idealista regresa al útero familiar en la Galicia marinera. Como un Hamlet galaico, nuestro héroe se debatirá entre el deseo de rebelión y justicia, y sus debilidades sentimentales. Una novela épica y entrañable sobre nuestra pequeña historia.
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La muerte de Artemio Cruz, retrata á la Revolución mexicana corrompida y hecha gobierno.
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Es una síntesis maravillosa de poesía, de filosofía, de pensamiento crítico y, a la vez, con una base cultural muy fuerte y muy arraigada. Podría recomendar cualquier libro de ella, pero tengo especial predilección por Claros del bosque. Me parece un libro seminal, que abre muchas puertas y ventanas a muchas ideas, de la creación, de la naturaleza, de nuestro lugar en el mundo.
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Otro de esos libros que me marcó en el momento en el que lo leí.
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La perfección de la arquitectura novelística.
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Camilo José Cela dedicó esta, su primera novela, a sus enemigos. Esta extraña dedicatoria nos advierte desde un primer momento del terreno en el que el lector está a punto de adentrarse: la historia de un hombre condenado a muerte que no se considera malo, sino forzado por las circunstancias a comportarse de forma reprobable. En sus páginas Pascual Duarte nos habla de cómo se ha desarrollado su periplo vital hasta el crimen que le lleva al fin de sus días. En manos del lector queda en qué grado se le puede condenar… o entender.
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En poesía me quedo con Machado y con su trayectoria personal.
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Dicen que lo escribió totalmente borracho y drogado debido a, entre otras cosas, la muerte de su hijo. Yo no me creo ésta teoría. Está escrito de una manera tan perfecta y delicada que sería imposible escribir algo tan bueno bajo ese efecto por mucho que digan. Es de lo mejor que he leído en los últimos años. Además motiva a la escritura.
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Me enganchó desde la primera escena y me maravilló esa historia de búsqueda, de descubrimiento.
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Una adolescente solitaria descubre la vida y la muerte mientras España entierra a sus hijos al mismo ritmo que La Tanaya. Para mí, la mejor novela sobre la posguerra.
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Me gustan mucho los diálogos tan realistas y el lenguaje tan popular que utiliza.
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La vida de Jesusa Palancares, uno de los personajes más conmovedores e inolvidables de la literatura en español del siglo XX, en una novela magistral.
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Muerto el dictador, la literatura española quedaba eximida de mostrarse política y socialmente comprometida y podía entonces, más tranquilamente, buscar la evasión y el entretenimiento sin que eso supusiera una merma de calidad. Todo lo contrario: ahí está la primera novela de Mendoza para demostrarlo.
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