Escritores suicidas
LIBROS DE AUTORES QUE SE SUICIDARON

LIBROS DE AUTORES QUE SE SUICIDARONUn escritor casi siempre escribe hacia la dificultad, buscando aquellas cosas que se le resisten. Busca, en definitiva, problemas, para poder solucionarlos. El resultado de esa travesía se llama literatura. En algunas ocasiones los problemas se complican y saltan de la obra a la vida, y el autor entra en una crisis personal. Casi siempre la supera, pero en los peores casos, se precipita al abismo, cae, cae, y un día todo pierde sentido, en especial la vida. Así que se la quita, no sin antes haber dejado algunas huellas de su genio en su obra. He aquí algunos ejemplos.
Escritores suicidas
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Nunca me canso de releer este libro. Cuando necesito inspiración sobre monólogos interiores o sobre cómo observar la realidad externa manteniendo la atención en las emociones, siempre me ilumina.
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Por versos como los del poema 1768: ”Joven ateniense, / sé fiel al misterio. / El resto es perjurio”.
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Yo empecé leyendo terror, sobre todo a Poe. Es un género que me encanta, y Poe ahí siempre ha sido un maestro, que además me llevó a otras cosas que me empezaron a gustar.
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No sólo me ha gustado, sino que ya está entre mis libros favoritos de siempre. Pero es complicado de recomendar. Estuve a punto de dejarlo hasta llevar unas 150 páginas. Una vez dentro de su universo, no pude salir (y aún no he salido).
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Lo que más me gusta de este libro es la forma en la que su protagonista se desenvuelve en la contradicción en la que tiene que vivir ahogando su moral, sus convicciones y todo aquello en lo que ha creído siempre. Salvando las distancias y aquello en lo que el personaje concretamente cree, ¿quién no se ha visto en una situación así?
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Stefan Zweig es un autor que he descubierto tardíamente. Lo digo con gozo, porque cuando descubres un autor que es una maravilla, te da mucho placer haberlo encontrado. Todo lo de Stephan Zwig es un gozo. Su obra póstuma se publicó hace poco y yo lo sigo leyendo.
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Ejemplo magno de la novela-como-idioma. En mi opinión, no sé si mejor (pero para mí mucho más disfrutable) que esa otra novela-como-idioma que también transcurre en un día: 'Ulises' de James Joyce.
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El primero de la TRILOGÍA DE AUSCHWITZ, es una maravilla de estudio sobre la naturaleza humana en el entorno más deshumanizado concebible.
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Y siempre la poesía de Marianne Moore, que concentra lo cívico y lo intelectual como pocos han logrado.
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Varias de esas imágenes, expuestas en relatos breves con maestría de orfebre terrorífico, me persiguieron durante años.
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Es un libro que me sorprendió y me mostró que era posible escribir sobre lo que te diera la gana.Hasta entonces yo creía que había que escribir de una determinada manera. Pero la lectura de Locus Holus, de Ramón Rosell, fue epatante. Pensé: ¿pero es posible esto? No me lo acababa de creer. Esta lectura repercutió en un libro mío, Kassel no invita a la lógica, con el tiempo.
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Parte de la filosofía que inspiró los actos de 1968 era de una enorme complejidad, lo que evidenciaba, como reconocían algunos de los estudiantes, el cisma existente en el seno de la izquierda entre intelectuales y obreros. El libro de Debord es un tratado breve y denso que explicaba que “la autoemancipación de nuestra época” consistía en escapar “de las bases materiales de la verdad invertida”. El individuo estaba automatizado y explotado; la mercancía, los sucedáneos de realidad y experiencia, dificultaban, pero exigían, la “misión histórica de instaurar la verdad en el mundo”.
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