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CUANDO EL CINE NO ES SUFICIENTE

CUANDO EL CINE NO ES SUFICIENTE Nunca leo pensando en si la novela que tengo entre manos sería adaptable al cine. Sin embargo, sí que me sucede lo contrario cuando me encuentro con algún libro cuya propuesta formal me deslumbra tanto que hace patente que sólo en esa forma literaria puede tener sentido. Son libros que uno podría intentar adaptar pero estaría condenado al fracaso. No ya por aquello que suele decirse habitualmente de que "el libro es mejor", sino porque la película no podría directamente ni ser. Esta estantería reúne algunos de esos libros que al leerlos me hicieron pensar, por su particular riqueza literaria, que difícilmente podrían tener traslación cinematográfica. Es cierto que alguno de ellos han sido adaptados, pero se ha quedado tanto en el camino que no creo que se puedan, siquiera, comparar.
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Elijo Al faro, porque me enseña cómo podemos narrar nuestras vidas y cuestionarlas al mismo tiempo.
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En épocas de mi vida he sido muy Oliveira y en otras muy Maga. Para mí, la mejor oda a la casualidad causal.”
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Una novela mítica cuyo prestigio no ha cesado de crecer, un gigantesco puzzle a partir de una casa parisina y sus habitantes. «Prodigiosamente entretenido, en el sentido en que Lewis Carroll y Laurence Sterne son entretenidos. Aquellos a los que les guste lo extraordinario, los libros que crean mundos en sí mismos, quedarán deslumbrados por esta amalgama loca, que es un monumento a la imaginación» escribió Paul Auster. Y de nuevo aparece el francófilo Rafael Conte remachando: “Un genio de la literatura universal”.
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El Ulises de Joyce me creó muchos problemas porque me provocó una irritación muy estimulante sobre el discurso narrativo e incluso escribí varias versiones de un mismo capítulo a modo de experimentación.
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Un libro que impactó mucho en mi casa. El título nos parecía tan extremadamente desolador que nos lo tomábamos a risa. Handke quiere entender el suicidio de su madre, una mujer que intentaba dejar de ser “una” para ser “ella”, y que por eso no encajaba en el mundo que le tocó vivir. Handke es frío, hermético y fragmentario incluso cuando habla de su propia madre, pero acaba creando un trenzado de sensaciones y sugerencias que calan hondo en el lector.
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