La vida sexual de los escritores
Libros recomendados por Librotea

Los escritores imaginan mundos, pero algunos también cuentan su propia vida. Aunque la maticen y envuelvan en eso que ahora llamamos autoficción. Otros, directamente, hacen públicos su propios diarios, pese a que estén repasados con el lápiz de la autocensura. Y en todas estas obras, los hay que incluso optan por hablar de sus deseos, obsesiones o represiones sexuales. Quizá a modo de terapia. Quizá por provocación. Quizá porque prefieren contárselo al mundo entero.En este listado hemos elegido varios libros de autores que, soslayadamente o no, mostraron en ellos sus preferencias sexuales. Para todos los gustos.Henry Miller hizo acopio de todas su fantasías en el famoso Trópico de cáncer que, por supuesto, le valió la censura en EEUU. No eran tiempos de demasiada libertad sexual. Como le ocurrió a su amante Anaïs Nin con sus Diarios amorosos en donde habla de incestos y complejas relaciones a varias bandas.John McGahern, por su parte, relató en Oscuridad la represión sexual que sufrió y el dolor que le provocó el maltrato de su padre.Thoreu, gran amante de la naturaleza, lo era también de otras muchas cosas, como relata en Cartas a un buscador de sí mismo. Porque uno puede ser un solitario, pero de vez en cuando se necesita un poco de compañía.Virginia Woolf se escondió bajo la máscara de Orlando para mostrar pasiones que, igual no eran tan secretas, pero la sociedad no era tan desinhibida como para andar aireando lo que le pasaba con Vita Sackville-West, a la que quiso y atormentó de formas muy variadas.James Joyce, aparte de pergeñar Ulises, también le gustaba crear determinadas situaciones con su mujer. A cual más ‘rarita’ (con asuntos de coprofagia de por medio), como contó Richard Ellmann en la biografía del escritor irlandés.Janet Malcolm biografió por su parte la relación entre Gertrude Stein y Alice B. Toklas, que fue mucho más que la secretaria y amiga de la mecenas de los escritores de los años veinte y treinta en París. Malos tiempos para la lírica lésbica.El matrimonio Bowles tenía sus propias reglas. Paul era homosexual y Jane era bisexual con lo que ambos tuvieron relaciones fuera del papel que les había dado la iglesia. De ello escribieron escritores como Milicent Dillon (Jane: un pecadillo original) y Mohammed Chuckri (El recluso de Tánger).Otros escritores sucumbieron al narcisismo autobiográfico de contar sus intimidades y frustraciones, como le sucedió a Oliver Sacks, Reinaldo Arenas (Antes que anochezca), Elena Fortún (Oculto sendero), Luisgé Martín (El amor del revés), Catherine Millet, Melissa P (Los cien golpes), J.T Leroy (Sarah)o ese escritor anónimo que se confesó en Diario de un ladrón de oxígeno.Por supuesto, en todo este maremágnum orgiástico hubo quien destacó por todo lo contrario. Como Kafka, a quien, simplemente, no le gustaba el sexo. Y bien se encargó de decirlo en sus Diarios.
La vida sexual de los escritores
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El tótem de "lo de la vida bohemia". Un libro que resulta muy atrayente y fascinante leerlo de joven, e inspirador leerlo de mayor.
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Anaïs Nin es fascinante e inagotable. Yo la descubrí, como más o menos todo el mundo, en los 70, cuando su diario se puso de moda. También leí algunos cuentos suyos preciosos, agrupados en Under a Glass Bell (es curioso que usara la misma metáfora que Sylvia Plath, la "campana de cristal"; para mí alude a la sensación de las mujeres de que lo que hacemos no afecta al mundo real, no repercute en él). Pero lo que es fabuloso es el diario: por la hondura de la introspección, por la finura del análisis psicológico propio y ajeno, por la sinceridad a tumba abierta, y sobre todo, por la intensidad de los deseos de Nin y de su placer eróticoamoroso. Estos diarios son la parte que no publicó en vida... y leyéndolos, no es difícil entender por qué. La vida sexual de Nin es escandalosa, y totalmente amoral. Pero con qué lucidez, franqueza, inteligencia y sensibilidad lo cuenta...
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Una biblia sobre el género, su historia y sus posibilidades.
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Una confesión terrible de la vida de un ser humano. Wilde al desnudo, sin piedad, sin glamour, derrotado.
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Son muchos los apuntes de los Diarios de Kafka en los que se refiere a su insomnio, a veces con agradecimiento, porque son un terreno fértil donde sembrar sus pesadillas, pero otras muchas con cansancio y hartura.
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Un gran libro y una gran persona.
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Una meditación sobre el pasado, un balance, un análisis de una identidad sexual zarandeada por la historia, un libro honesto, que abre camino en la literatura confesional española.
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Esta mujer deslumbrante que confiesa su adicción al sexo tiene un parentesco lejano con Irene. Aunque algunas veces se convierte en repetitivo, el libro es muy interesante y está además basado en una historia real, la vida de la propia Catherine Millet.
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