Libros que demuestran que el arte nos transforma, recomendados por Antonio Iturbe
El escritor presenta 'Música en la oscuridad', una novela sobre el poder de la música.

En el invierno de 1930, un clarinetista llega a Casetas, Zaragoza, para hacerse cargo de la banda municipal. Allí, con una población en su mayor parte analfabeta, el poder de la música transforma a muchos de sus vecinos, mientras se cierne la sombra del fascismo que acabará en la Guerra Civil. Uno de esos vecinos era el abuelo de Antonio Iturbe, el escritor zaragozano que ahora narra este episodio en Música en la oscuridad. Con él hablamos del poder de la música, de contar la memoria histórica y nos recomienda libros que demuestran que el arte nos transforma.
Video: entrevista y libros recomendados de Antonio Iturbe

Explica Antonio Iturbe que Música en la oscuridad nace “De la inquietud al darme cuenta de que había ciertas preguntas que yo nunca hice a mi abuelo cuando vivía, que es algo que sucede muchas veces”. También de sus recuerdos, que generaron preguntas. “Me empezó a abordar de dentro como una erupción preguntarme cómo era posible que se explicara en mi casa que mi abuelo hubiera tocado el saxofón, siendo una persona con muy pocos estudios. Fue al colegio apenas dos o tres años, leía y escribía, pero no mucho más, y sin embargo tocaba un instrumento tan sofisticado como el saxofón. Ese es un hilo, el de hacerte preguntas que nadie puede responder ya. Buscando respuestas, encontré que en la banda de música de Casetas, donde nació mi abuelo, donde nací yo, en el año 1930 llegó un clarinetista que se hizo cargo de la banda en esos años. Mi abuelo era de 1903, tenía entonces veintitantos años Ese clarinetista se encontró con un montón de gente como mi abuelo, con muy pocos estudios, casi analfabetos, y sin embargo los convirtió en músicos”.
El arte como catalizador
Esa inquietud familiar se cruzó más tarde con preguntas más universales. "Ese es el hilo del que fui estirando, buscando alguna documentación, pero al final sobre todo haciéndome grandes preguntas”, cuenta. “¿Cómo sería ese momento con alguien como mi abuelo, como los vecinos de mi abuelo, que eran gente del campo, de las fábricas, que cuando salían su única vida era ir a la taberna, de repente se encuentran una nueva vida, que es la vida de la música, y cómo eso los transforma? Y ese es el hilo que me lleva a la vez a desplegar preguntas y más preguntas, y entre ellas una gran pregunta también que recorre todo el libro: ¿de qué está hecha la música, que es capaz, sin tener ni peso, ni sabor, ni color, ni olor, de cambiar a las personas?”.

Música en la oscuridad es, ya desde el título, un libro sobre el poder transformador del arte, en especial de la música. “Esa era una de las cosas que tenía muy claro que quería reflejar en la novela: la música es un lenguaje completamente universal”, señala su autor. “Es decir, escuchamos unos tambores en África y estamos escuchando el latido que escuchábamos en el vientre de nuestra madre. Hay algo ahí que nos une, que nos mueve, que nos cose con el resto de la humanidad. Creo que es el arte más completo de todos, más profundo. La música llega a lugares de la conciencia donde no llega nada. Esto lo explican los médicos, los neurólogos, los psiquiatras. Oliver Sacks tiene un libro muy bonito que se llama Musicofilia, que habla de personas con problemas neurológicos que tienen alucinaciones musicales. Y te explica que él, en su larga carrera de psiquiatra y neurólogo, los únicos tratamientos que realmente le han dado resultado con enfermos con Alzheimer profundo, con Parkinson profundo, han sido tratamientos con animales, pero sobre todo con música. La música es capaz de sacar a gente que está en un estado completamente vegetativo, levantarla de su estado, levantarla de la silla y ponerla a cantar. Y eso es algo completamente asombroso”.
Narrar la memoria histórica
Pero música en la oscuridad también es una recuperación histórica, una novela basada en hechos reales en una época en la que la oscuridad se cernía sobre la razón. “El arte tiene una importancia crucial y ahora precisamente más que nunca, porque ahora se produce una especie de espejismo”, apunta Iturbe. “Esto lo explicaba muy bien Ray Bradbury en Fahrenheit 451. Hay un momento en que dice: ‘Atibórrales de información y creerán que están pensando’. Ahora hay tal cantidad de ítems, de fogonazos de información, de pastillas de información o presunta información, que hay una sensación de relajación. Ya lo sé todo y si no le preguntaré a Google. Corremos el riesgo de atrofiar ese músculo que es el cerebro y la capacidad de pensar y reflexionar por nuestra cuenta. Por eso es muy importante el arte, la profundidad que nos da el arte para plantearnos las grandes preguntas: ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué hay más allá? ¿Qué no hay? Porque si no, con esa especie de embarullamiento de información en la que estamos envueltos, al final todo responde a un orden económico. Acabamos convirtiéndonos en consumidores y lo que la cultura quiere es que seamos ciudadanos”.
Nos hace mucho más pacifistas un relato sobre el sufrimiento de una persona en la guerra que una gran enciclopedia sobre la Segunda Guerra Mundial
La ficción, en este cometido, cuenta con una ventaja sobre los datos fríos. “Tiene una capacidad de penetración muy superior, y además es complementaria”, argumenta Iturbe. “La labor del historiador que va a un archivo, vacía el archivo, nos da toda la información todos los datos, es muy importante. Lo que sucede es que el historiador, muchas veces, cuando nos cuenta una guerra, nos habla de una batalla, nos dice el número de combatientes, cuántos tanques han participado, cuántos aviones, cuántas bombas han estallado, cuántos muertos, cuántas víctimas… Nos da todas las cifras, todos los datos. Pero no nos dice si esos soldados tenían miedo, tenían frío, si había gente que los estaba esperando, qué sentían, cómo era su vacío… Todo eso no nos lo dice el historiador porque no está en el dato. Y ahí es donde la literatura tiene un papel importante en convertir esa frialdad del dato en historias de personas. Porque entonces sí que nos afecta. Porque nosotros no somos datos, no somos cifras en un libro. Somos personas y tenemos seres queridos, tenemos pérdidas, tenemos dudas y zozobras. Mostrarnos todas esas zozobras y todas esas fragilidades nos hace entender mucho más la tragedia de una guerra. Creo que nos hace mucho más pacifistas un relato sobre el sufrimiento de una persona en la guerra que una gran enciclopedia sobre la Segunda Guerra Mundial. Ahí la literatura tiene una labor muy importante que no sustituye al historiador, pero sí la complementa”.
Libros que demuestran que el arte nos transforma, recomendados por Antonio Iturbe
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Gabi Martínez que se ha convertido un poco en el gran voceador de la liternatura, esa natural writing que dicen los ingleses, esa literatura de la naturaleza. Se fue un año a vivir al Delta del Ebro, un lugar en regresión, ya vemos como tenemos las costas completamente laminadas por el cambio climático, y también por los cambios de usos que han hecho que los ríos que antes aportaban un montón de sedimentos a las playas y a un lugar como el Delta, con tal cantidad de presas que hemos hecho para hacer saltos de electricidad, que los ríos llegan como agua de piscina, y al final lo que se lleva el temporal ya no lo recupera el río. Refleja todo ese mundo del Delta, un mundo también con sus luces y sus sombras, como son los mundos un poquito cerrados, esa isla de Buda, un lugar casi un poco misterioso. La verdad es que es un libro además con cosas personales que Gabi va introduciendo, que nos da una visión también del actual problema medioambiental, del cambio climático desde una perspectiva muy personal.
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Oliver Sacks tiene un libro muy bonito que se llama Musicofilia, que habla de personas con problemas neurológicos que tienen alucinaciones musicales. Y te explica que él, en su larga carrera de psiquiatra y neurólogo, los únicos tratamientos que realmente le han dado resultado con enfermos con Alzheimer profundo, con Parkinson profundo, han sido tratamientos con animales, pero sobre todo con música. La música es capaz de sacar a gente que está en un estado completamente vegetativo, levantarla de su estado, levantarla de la silla y ponerla a cantar. Y eso es algo completamente asombroso.
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La figura de Milena, quizá aparte de esas cartas, es una gran desconocida, Su relación tóxica, su matrimonio completamente fallido con Ernet Pollack, sus vivencias, Kafka, cómo conoce a Kafka… Es maravilloso toda esa parte y cómo ella termina en los campos de exterminio. Es un poco una pequeña historia de Europa en los campos de exterminio. Está muy bien recuperar a Milena.
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Como recomendación general cualquier libro de Kafka. Kafka no se parece a nada, es un género único. Ahora a La metamorfosis hay que llamarla La transformación, pero es un librito pequeño que se lee fantástico, pero El castillo es completamente hipnótico, es un libro realmente que tiene una cadencia y una música muy propia, muy personal, el proceso, bueno, cualquier libro de Kafka es un acierto.
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