Libros para leer antes del Apocalipsis, recomendados por Sr. Chinarro

El nuevo disco de Sr. Chinarro, El bando bueno, debería llevar ya un tiempo en las tiendas de discos, pero como casi todo en estos días, para ambas cosas (el disco y las tiendas que los venden) habrá que esperar un poco más. Concretamente, será el 29 de mayo cuando ya esté disponible. Antonio Luque, el hombre detrás de este proyecto que comenzase con la explosión independiente de los 90, explica a Librotea lo inevitable de este retraso. “Al menos hay que esperar a que se puedan enviar por correo los ejemplares físicos”, cuenta. La otra vertiente de su profesión, los conciertos, se presenta más incierta. “No estoy demasiado preocupado”, asegura. “Las canciones buenas se quedarán en el repertorio mucho tiempo, y las que lo sean menos, si no sobreviven hasta que se puedan tocar, pues nada, se transformarán en otras nuevas y mejores, espero”.
Esa postura, que podríamos calificar de fatalismo consecuente, es también con la que se enfrenta al confinamiento. “No creo que después de esto vayamos ni a mejor ni a peor”, asegura. “Apuesto lo que queráis a que en dos otoños la gente vuelve a toser en el transporte público sin hacer siquiera el amago de taparse la boca, como suelen. Se venderá cara la vacuna y nada, a seguir. Somos una plaga”. Una de sus nuevas composiciones, nos avanza, trata sobre esta capacidad de destrucción innata en el ser humano. “Lo canto en Planeta B, la segunda canción del disco. Es algo tan obvio que molesta, pero lo veo muy claro y no puedo evitar decirlo: las verdades como esta ofenden. No importa, los ofendidos pueden volver a ver OT en cualquier momento. Como plaga lo único que podemos hacer es ralentizar nuestro ritmo de destrucción. O no, seguir a tope y dejar un bonito cadáver. Me gusta observar por el balcón lo pronto que se recuperaría la naturaleza de nuestra, por otra parte efímera, presencia”.
En un momento en el que las divisiones (de opiniones, de partidos y de cuentas corrientes) se acrecienta aún más, es inevitable ver en el título de El bando bueno una perspectiva irónica. “Sí, el título es irónico. “No estoy seguro de nada. No soy capaz de decirle a la gente qué tiene que hacer. Si tuviera ese poder sería terrible, para mí y para la gente. No lo quiero. Desde luego siempre se hacen dos bandos dispuestos a la batalla, y eso no me gusta. No me gusta la pelea física, tampoco discutir”, explica. “Lo que más me gusta es que me dejen en paz. Dejémonos en paz: ese sería un buen bando. Se hace saber que hay que dejar a los demás en paz. ¿Los recursos naturales son limitados o ilimitados? ¿Luchamos por ellos? ¿Se pueden compartir? No sé nada. O sí, pero no quiero contagiar mi pesimismo precisamente ahora. Mejor manejarse en la ironía, intento dejar la máxima libertad también en las posibles interpretaciones de mis letras”.
En ese estado de las cosas, cabe preguntarse que papel tiene, y tendrá, la música, más aún cuando, como sector productivo, parece en su momento más complicado. “Nuestro papel no es facilitar el escapismo, o no solo ese”, cuenta. “Si hay algo parecido a la noción de espíritu que solemos tener ese algo es y será apelado directamente por la música, por no decir que nuestro espíritu es solo eso: la música. Y las letras son importantes; unos cantamos blablabla y otros lolololo, no nos pondremos de acuerdo: ¿aceleramos la destrucción? ¿La ralentizamos? Mientras tanto la música nos devuelve la fantasía del espíritu y de la trascendencia. Bueno, puede que trascender sea escapar. Tampoco hay prisa al respecto. Puedo seguir asomado al balcón viendo qué tal siguen los pájaros en los árboles”.
La lectura, reconoce, tampoco le ayuda mucho en estos momentos. “No, no me concentro. Me estoy leyendo a mí mismo, en los sueños. Procuro pasar soñando la mayor parte del día y de la noche”. Tiene en la mesilla Hacia la sobriedad feliz, de Pierre Rabhi, pero confiesa que regala casi todos los libros que lee. “Así no tengo que cargarlos en las mudanzas. Dejemos de acumular, es buen consejo, si no un buen bando condensado”. Sin embargo, le falta uno: “Quiero leer la Torá. ¿Me recomendáis una edición? Quiero saber más del Dios antiguo nuestro, porque es evidente que el del nuevo es una perversión. Si viene el Apocalipsis, y eso parece, me gustaría conocerme bien el guión”. Algunos de los libros que sí han quedado, si no en sus estanterías en su memoria, son los que nos recomienda a continuación.
Libros para leer antes del Apocalipsis, recomendados por Sr. Chinarro
-
O 'América'. Cuando era veinteañero me veía incapaz de entrar en la sociedad, o no quería, no sé. En esos libros me vi perfectamente reflejado. Este jaleo absurdo que tenéis montado... Qué bien lo describe. Lástima que estos dos sí los regalé.
-
Tengo en la mesa el Hacia la sobriedad feliz, de Pierre Rabhi. Lo estoy releyendo, porque no lo regalé, como hago con la inmensa mayoría de los libros que leo. Así no tengo que cargarlos en las mudanzas.
-
Un clásico universal, pero de lectura pausada. Me resulta especialmente atractiva la minuciosa caracterización de la psicología de los personajes. Dostoievski describe como nadie el sentimiento de culpabilidad. Hay momentos en los que la tensión mental a la que están sometidos los personajes es tan fuerte, que traspasa las páginas del libro y puede llegar a envolverte.
-
Amo este libro, muestra completo el gusto de Byrne, sus ideas, sus preocupaciones, memorias, y grandes momentos de teoría musical, es como una clase de el mundo musical impartido por el maravilloso David Byrne.
-
Las obras completas de Oscar Wilde y de Rimbaud. A ambos los leí con 20 o 21 años y con cada página que pasaba comprendía que nunca volvería a ser la misma persona.
-
Viaje al fin de la noche
Louis-Ferdinand Céline
Editora y Distribuidora Hispano Americana, S.A.
La maldad pedestre, cotidiana, las miserias del alma humana. El sustrato de mierda sobre el que crecen las flores atroces del Mal, con mayúsculas.
- Ver más contenido