Carlos Bardem
Las estanterias de Carlos Bardem
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Leer, lo importante es leer
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IlíadaHomero Homero
Don Quijote de la ManchaMiguel de Cervantes Saavedra
Moby DickHerman Melville
Rojo y negroStendhal Stendhal
Madame BovaryGustave Flaubert
GUERRA Y PAZLEÓN TOLSTOI
Crimen y castigoFiódor M. Dostoievski
El GolemGustav Meyrink
Romancero gitanoFederico García Lorca
Las benevolasLittell Jonathan Littell Jonathan
Lo que opina Carlos Bardem
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Simplemente una de las mejores historias sobre cómo cada momento de maldad generalizada crea los monstruos necesarios para ejecutarse. El Holocausto a través del nacimiento, auge y caída de un SS. Fascinante.
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La maldad pedestre, cotidiana, las miserias del alma humana. El sustrato de mierda sobre el que crecen las flores atroces del Mal, con mayúsculas.
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Lo sensorial. La lubricidad. La violación. Popeye, el sádico al que el mal se le instaló dentro de la infancia hasta convertirlo en la negación de todo lo bueno del ser humano.
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La deshumanización del otro como paso previo a esclavizarlo o exterminarlo. La propia percepción de ser una cosa. El terror y el dolor desde la víctima, el mismo llanto, el grito mudo y el olor a heces en los barcos negreros o en los barracones de Auschwitz.
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O el concepto de la banalidad del mal. No se pudo raptar, vender, violar y explotar hasta la muerte a millones de personas sin el concurso eficiente de millones de personas "normales", ¡no todos podemos ser monstruos excepcionales! Gente que hacía lo que había que hacer sin cuestionárselo.
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La novela como tratado de filosofía. La imposibilidad de conciliar moral, fe y sufrimiento es la imposibilidad de un dios. La carga de la libertad que es insufrible para tantos. Las visiones contrapuestas sobre estos grandes temas están en las conversaciones entre el viejo Pedro Blanco, el negrero loco, y el joven doctor Castells, humanista y empático.
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El viaje a la locura. El blanco que corta cualquier restricción moral para volverse el más salvaje entre los salvajes. El río. Las cabezas empaladas. Escalad por cien, por mil, la factoría del Kurtz y tendréis el reino del Mongo Blanco. O de Cha-Chá. ¡El horror! ¡El horror!
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Las consecuencias psicológicas del ejercicio del mal, de anteponer la ambición a cualquier consideración con tu semejante. Como la sangre imborrable en las manos de Lady Macbeth, los negreros sentían que nunca, por más que se lavaran o perfumaran, se podían librar del hedor acusador de sus bodegas.