Javier Cercas

Los libros de Javier Cercas
Las estanterias de Javier Cercas
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En torno a un punto ciego: los libros preferidos de Javier Cercas
Ir a la estanteríaDon Quijote de la ManchaMiguel de Cervantes SaavedraBartleby, el escribienteHerman MelvilleMoby DickHerman MelvilleOtra vuelta de tuercaHenry James Henry JamesEl retrato de una damaHenry James Henry JamesEl dueloGiacomo CasanovaLa monta¤a m gica (bolsillo)Thomas MannEl procesoFranz KafkaEl SurDieter RichterLolitaVladimir NabokovEl gatopardoGiuseppe Tomasi di LampedusaLa ciudad y los perrosMario Vargas Llosa -
Un diálogo con la literatura
Ir a la estanteríaEl desierto de los tártarosDino Buzzati
Lo que opina Javier Cercas
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En El monarca de las sombras, mi última novela, conviven ambas clases de diálogo. La novela propone de entrada una humilde lectura de la Ilíada y la Odisea, y de hecho su título procede de un verso del único pasaje de la Odisea en que comparece, ya muerto, el protagonista de la Ilíada: Aquiles.
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En El monarca de las sombras, mi última novela, conviven ambas clases de diálogo. La novela propone de entrada una humilde lectura de la Ilíada y la Odisea, y de hecho su título procede de un verso del único pasaje de la Odisea en que comparece, ya muerto, el protagonista de la Ilíada: Aquiles.
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Hay un pasaje de El monarca de las sombras en el que se alude a un pasaje del Quijote para contrastar el tóxico concepto de la palabra "patria" por el que murió el protagonista de mi novela con el concepto noble, modesto, afectivo e inocente que de ella tenía Cervantes
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En El monarca de las sombras hay un pasaje en el que se evoca una idea acuñada por Hannah Arendt, según la cual no somos culpables de lo que hicieron nuestros antepasados, pero sí responsables de ello.
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Aunque yo no conocía su libro cuando escribía el mío (y viceversa), ambos inesperadamente comparten muchas más cosas de lo que parece, tal vez porque, cada uno a su modo, ambos tratan de indagar en nuestros dispares orígenes personales y de asumir una herencia común.
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Un poemario que acaba de publicar Visor y que, en estos días aciagos, corre el riesgo de pasar inadvertido; no lo merece: sus poemas están llenos de energía verbal, de tensión moral, de desgarro personal. Lean simplemente los magníficos textos en prosa dedicados a Lorca, a Ingebor Bachmann y a Leopoldo María Panero y comprobarán que Lucas es esa cosa tan rara: un poeta de verdad.
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Chesterton es un gran escritor. Católico ortodoxo, católico romano, era un provocador total, porque en su época esto ya era una provocación. Un gran escritor. Uno de los escritores favoritos de Francisco. Como dijo Kafka de él, ‘Chesterton es tan gracioso que parece que haya visto Dios’. Esto creo que es lo mejor que se ha dicho sobre Chesterton. A mí me gustan mucho sus ensayos.
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Recomendaría a otro escritor favorito de Bergoglio y mío, que es Borges. Bergoglio tuvo relación con Borges. Para mí Borges es un escritor fundamental, es el mayor escritor en esta lengua desde Cervantes o desde Quevedo. Y yo tal vez no sería escritor sin Borges.
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Ya que estamos hablando de locos, hay que recomendar un libro que asusta a la gente y que no debería asustar a la gente. Y asusta a la gente porque creen que es un libro que hay que ser catedrático de la Universidad de Oxford como mínimo, para intelectuales, y es mentira. Es un libro sencillamente popular y un libro gamberrísimo, graciosísimo, que tiene una pequeña dificultad y es que es la lengua que es un poquito antigua o aparece antigua, que es el Quijote. Esto es como hablar de la Biblia, es un libro para la gente. Es un libro popular.
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Recomendaría Nietzsche, que es un grandísimo escritor, del que se habla en el libro a menudo. Grandísimo escritor. Un poeta, a su manera. ¿Qué recomendaría yo? Pues mira, La gaya ciencia.
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No me atrevo a recomendar a Unamuno, pero fue un escritor muy importante para mí cuando era un adolescente. Es el que en realidad me sacó o contribuyó decisivamente a sacarme del catolicismo. Hay cosas valiosas de Unamuno. Su poesía, por ejemplo, está muy bien. Hay ensayos, Del sentimiento trágico de la vida. Incluso hay novelas suyas muy divertidas, porque tenemos un cliché, una idea muy falsa de Unamuno. Hay novelas suyas que son esencialmente humorísticas. Estamos acostumbrados a pensar en Unamuno ese personaje que se levantaba cada mañana con un dolor de España tremendo, pero hay un Unamuno humorista... Niebla, por ejemplo.