Manuel Jabois

Los libros de Manuel Jabois
Las estanterias de Manuel Jabois
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Por qué los hombres deben leer más libros escritos por mujeres
Ir a la estanteríaFrankensteinMary ShelleyDe nuevo, el amorDoris LessingBuenos días, tristezaFrançoise SaganLa señora DallowayVirginia Woolf Virginia WoolfNo, mamá, noVerity BargateLas edades de LulúAlmudena GrandesMadame BovaryGustave FlaubertCumbres BorrascosasEmily BrontëPoemasJuan Bonilla GagoCárolVíctor Sáenz BarrónLo que me queda por vivirElvira LindoOrgullo y prejuicioJane Austen -
Libros que marcan vidas
Ir a la estanteríaRelatos autobiográficosThomas BernhardEichmann en JerusalénHannah ArendtRebeldesEudald Espluga y Miriam PersandA esmorga (La parranda)Eduardo Blanco-AmorLee Lockwood. La Cuba de Fidel. 1959-1969Lee Lockwood y Saul Landau
Lo que opina Manuel Jabois
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Recuerdo pensar: “Esto era”. Yo no quiero saber nada, pero no porque sea peligroso, sino porque he encontrado en la ausencia de curiosidad una paz extrañísima que me conduce invariablemente al desastre, el éxito o la depresión.
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Porque aunque ya la había incluido en una lista de Librotea, si no la vuelvo a meter reviento.
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Porque lo escribió a los 19 años. Es decir, antes de los 20 fundó un mito de la cultura universal.
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Por lo que me dio que pensar que esa novela la tuviese mi madre, aunque yo entonces ya era mayor que ella.
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Por lo mucho que me marcó cuando tenía la edad de la autora cuando lo escribió, y eso que ya era más joven que ella.
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Porque no merece ninguna explicación a estas alturas Virginia Woolf.
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Por todo lo que representó en su momento y sigue representando ahora, cuando somos más viejos que los viejos de los noventa.
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Porque aunque Flaubert no es una mujer, le puso nombre a una que ya existía y sigue existiendo.
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Porque fue muchos años mi novela favorita de siempre. Y algunos días regresa a esa posición, y soy feliz cuando lo hace.
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Por versos como los del poema 1768: ”Joven ateniense, / sé fiel al misterio. / El resto es perjurio”.
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Porque es el último que leí de Highsmith, y con él me hice mayor y me reconocí sentimentalmente inmaduro, definitivamente inmaduro.
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Porque se entiende mejor todo tras leerlo.
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Porque mejorar la primera frase parecía imposible.
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Un libro que acaba en la primera línea y en el que una de las escenas más bellas es la de un asesinado agarrándose las tripas mientras cruza una casa limpiándose las entrañas es, por fuerza, una obra maestra. “Santiago, hijo, qué te pasa”. “Que me mataron”.
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Lo tenían mis tíos en una edición de Círculo de los Lectores en la que salía un primer plano de Christiane en portada. Y cuando hubo oportunidad de probar la heroína, “es sólo una vez y ya está, la vida es experiencia”, no pensaba en la devastación de mi alrededor: me venía a la cabeza el libro y ya.
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Lo leí cuando Malaherba ya estaba enviado a imprenta. Habla de una niña y tiene una edad muy parecida a mi protagonista, y reconocí muchísimas cosas. Además la conocí en la Feria del Libro de Granada y ella me cayó muy bien.
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Siempre cito a Scott Fitzgerald como el escritor que me ha pegado más fuerte, no en el estilo pero sí en los temas. Esos cuentos de finales felices que el prostituía para poder cobrarlos más caros, y por eso dejaba su verdaderos finales para las novelas. El abandono, el poder, esas frases que capta él me reconozco.
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Me cuesta hacer responsables a los demás de mis propios fracasos. En el periodismo me ha influido mucho Julio Camba, a quien tuve que leer apresuradamente cuando gané un premio con su nombre. Tuve que hacerlo para poder escribir mi discurso. Esa ligereza, que luego me he ido separando de él, porque su costumbrismo a veces era demasiado humorístico, pero hay libros en los que diagnostica perfectamente el país, esos artículos cortos que funcionan como un reloj.
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He leído Txalaparta, de Agustín Pery, que ha publicado Pepitas de Calabaza. Es un libro súper duro, súper seco, con un ritmo muy, muy rápido. Es muy valiente, muy directo y, si quieres entretenerte, es el libro ideal.
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A mí me gusta mucho releer aleatoriamente y, sin saber a veces ni el título del libro, a Javier Marías. De verdad esto lo digo ya más allá de la historia, empaparme de ese de esa hipnosis de él.
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Yo no soy un lector constante, no me siento y digo voy a leer dos horas. Leo esperando. Tengo En la boca de lobo en el iPad y en cada vuelo, en cada viaje, lo voy leyendo. A veces me encuentro leyendo lo mismo que ya había leído antes, pero a mí me gusta mucho empaparme de las voces de los autores. Me interesan las historias, por supuesto, pero me gusta muchísimo empaparme de las voces de los autores. Elvira, además, tiene muchos recursos, y yo admiro muchísimo a las personas que pueden cambiar de voz de un lado para otro, que te marean y que siguen conservando la autenticidad.
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Es que el otro día leí un meme, no sé cuál es el origen. Hablaba de que los hombres pensaban en el Imperio romano todo el rato. Bueno, yo estoy pensando constantemente de verdad, porque tengo a Mary Beard con SPQR. Además la tengo en el móvil, no, ya no es que lleve el iPad. Yo estoy aquí esperando que empiecen las entrevistas, falta media hora, cojo el móvil y leo cinco páginas de SPQR. Me tiene trastornado. O sea, yo soy el tío que está Alex pensando por todos vosotros en el Imperio romano.
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Porque no merece ninguna explicación a estas alturas Virginia Woolf.