¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Diez libros de memorias familiares

Cuando estaba escribiendo La casa de los pintores me interesé en los libros de memoria familiar, y especialmente en los que estaban centrados en los padres, que era lo que yo quería hacer en mi libro. La oferta era inmensa, porque es raro el escritor que en un momento u otro de su vida no acaba ajustando cuentas, para bien o para mal, con su pasado, y en ese pasado lo normal es que los padres ocupen un lugar fundamental, a veces demasiado fundamental.
Este tipo de libros se pueden escribir con planteamientos y objetivos muy distintos. A veces son una manera de matar a los padres, otras veces, de resucitarlos. A veces se quiere simplemente homenajearlos, o se ansía volver a la infancia, o, por el contrario, abandonarla definitivamente. Creo que siempre hay una aspiración de entender lo que nunca se ha entendido y, por supuesto, de fijar el relato. Y algunos de estos libros consiguen lo más insólito: hacerlo todo a la vez.

Por eso no resulta casual que casi todas las obras que traigo en mi selección estén escritas cuando los padres ya se han ido, y en varios casos la muerte haya ocurrido poco tiempo atrás y funcione como un detonante de la escritura. Son libros, estos últimos, escritos desde el duelo, y el protagonismo se comparte entre las figuras ausentes y el propio autor, que se se abre en canal en su ejercicio introspectivo. Para estos autores la escritura llega a ser casi un modo de supervivencia, un privilegio que les otorga su profesión y que, gracias a su talento, se convierte también en privilegio de los lectores.
Las mujeres suelen escribir sobre la madre y los hombres sobre el padre. Supongo que hay razones para explicarlo, pero no deja de llamarme la atención cómo predomina esa tendencia en mi selección. Esto demuestra que no estamos ante simples biografías, sino ante ejercicios literarios de gran compromiso, desafíos casi siempre brutales en los que está en juego la propia identidad, una identidad en la que los ascendientes del mismo sexo son un pilar cuya ausencia hace temblar todo.
Pero lo más relevante es que cuando estos escritores escriben sobre sus padres lo que están haciendo realmente es escribir su mejor historia. Nuestro afán por inventar argumentos, nuestra fe en el poder de la ficción, puede hacernos ignorar que normalmente lo más extraordinario es lo que tenemos más cerca, en los seres queridos, en nuestro pasado, en lo que nosotros somos. Estos libros nos acercan a unas personas fascinantes, con las que cualquier personaje de ficción tendría muy difícil competir. Y lo que es más importante: son libros que pueden tener una voz narrativa triste, alegre, irónica o feroz, pero siempre tocada por la verdad.
¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Diez libros de memorias familiares
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Uno de los libros que más he regalado. Se trata de una crónica familiar en la que el retrato del padre emerge con una fuerza y gracia especiales. Los Levi y su léxico han sido un faro para mí a la hora de escribir “La casa de los pintores”. La vida, la verdad, no necesitan de mucho engolamiento para ser contadas. Pero hay que tener la sabiduría de Natalia Ginzburg para escribir con tanta naturalidad.
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Un libro que impactó mucho en mi casa. El título nos parecía tan extremadamente desolador que nos lo tomábamos a risa. Handke quiere entender el suicidio de su madre, una mujer que intentaba dejar de ser “una” para ser “ella”, y que por eso no encajaba en el mundo que le tocó vivir. Handke es frío, hermético y fragmentario incluso cuando habla de su propia madre, pero acaba creando un trenzado de sensaciones y sugerencias que calan hondo en el lector.
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Un libro que no se puede no haber leído. Héctor Abad convierte el amor por su padre y el trágico desenlace de su vida en una historia sobrecogedora. La vida le castigó con un argumento perfecto, que solo él podía contar.
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Gornick discute con su madre mientras pasean por Nueva York. Una relación madre-hija realmente preciosa y poco convencional. Gornick tiene tanta personalidad y una capacidad de pensamiento tan penetrante que su escritura no deja de deslumbrarte. Una revelación.
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Contiene el retrato más salvaje y desolador de un padre que yo haya leído. Cuando uno lee algo así se da cuenta de lo profunda, oscura y bárbara que puede ser Europa, no solo por cómo es el padre, sino también por cómo es ese hijo capaz de contarlo. Las decenas de páginas dedicadas a la limpieza de la casa llena de mierda donde ha muerto el padre son de una potencia y un talento insuperables. Nunca el Cif para el baño, el Ajax limpiatodo y el Mr. Muscle para manchas resistentes tuvieron un estatus literario tan alto.
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Llena de dolor, Delphine de Vigan reconstruye la historia terrible de su madre y de su familia. Investiga a fondo, rasca, hurga y llega a la verdad más escondida. Podría haberse callado, pero para ella el silencio no era una opción. Un libro intensísimo, un viaje al infierno que puede ser la familia y también la mente humana.
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Marcos parte del dolor por la muerte del padre, el pintor Juan Giralt, para adentrarse en la relación que les unió, a ratos sombría, a ratos luminosa, siempre llena de vida. Es un viaje literario e introspectivo al que tenemos la suerte de asistir, casi con cierto pudor. Marcos escribe con tanta honestidad e intensidad, que leerlo es como oírle respirar.
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Es un libro biográfico y memorialístico, pero se lee como una novela. La protagonista es la madre de la autora, una mujer increíble que vive y ama al límite. Tuve la impresión de que el libro atravesaba un bache en la zona central, quizá por ser novelesco en exceso, pero rápidamente eso es arrasado por el tren trágico de la realidad. La vida de una persona puede contar mejor el siglo XX que cualquier libro de historia.
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Que tu madre adoptiva diga de ti “El demonio nos llevó a la cuna equivocada” debe marcar bastante. Un libro tan brutal como maravilloso y triste. Me encanta esta mujer.
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Vilas tiene una prosa y una mirada que le hacen único, lo que es un logro máximo para un escritor. Ya hay una manera de decir y de ver que es “vilasiana” y todos sabemos cuál es, y podemos incluso intentar imitarla. Ordesa es un libro sobre unos padres que ya no están y sobre una España que ya no está, pero para mí es un libro sobre la muerte. Es triste pero te acoge, porque en el desamparo del narrador, que es el desamparo de todos, hay un poso de esperanza y piedad.
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