Libros para aprender del pasado, por Antonio Muñoz Molina

Un reencuentro de dos antiguos amantes tras medio siglo sin verse. Ese es el planteamiento inicial de No te veré morir, la nueva novela de Antonio Muñoz Molina y una nueva vuelta de tuerca a su canon. Sintetizando toda una vida y experiencias en 250 páginas, el autor se plantea nuevos desafíos en una obra que nos habla del peso del pasado, de las decisiones, y también de cómo cambia una persona con los vaivenes del tiempo y los acontecimientos sociales. Con él hablamos de todo eso y nos deja libros recomendados para aprender del pasado.
Video: entrevista y libros recomendados de Antonio Muñoz Molina
“A mí me atraen todas las formas posibles de expresión literaria”, explica Muñoz Molina. “Tengo mucha admiración por novelas gigantescas, tipo Moby Dick, y también por ese tipo de novelas que están completamente cerradas y ceñidas: La leyenda del santo bebedor, o las novelas cortas de Thomas Mann o de Henry James”. En No te veré morir, se plantea un desafío: comprimir toda una vida en pocas páginas. “Cada vez que leía uno de esos libros muy concentrados, pienso que yo quiero hacer algo así. Es como una ambición. Pero claro, no siempre se tiene el tema adecuado, o el tono. Yo creo que lo fundamental es encontrar, tener la suerte de encontrar algo. Aquí me encontré con algo que me permitía eso”.
No te veré morir sintetiza una vida, a través de un reencuentro. “Al fin y al cabo, la novela abarca casi un siglo”, puntualiza. “Las cosas más antiguas que suceden son del Madrid liberal de los años 20. Y el presente de la novela está en torno a 2017. Eso fue saliendo, y mientras lo hacía, yo mismo me ponía limitaciones formales. Por ejemplo, escribirlo en un cuaderno portugués que compré. Empecé a darme cuenta que podía tener 3 partes. En la primera parte, tenía que llegar justo hasta el final de ese cuaderno. Y llegué al final del cuaderno, y entonces en ese momento pensé, voy a comprarme dos cuadernos iguales y cuando termine el tercer cuaderno se tiene que terminar la novela”.
El comienzo de No te veré morir es una larga frase, sin puntos, torrencial, que marca el tono. El proceso mental de un hombre al que se le agolpan los recuerdos. “Una historia que tiene esa intensidad, y un tono a veces parecido al de un poema, no se puede extender mucho”, puntualiza su autor. “Fíjate que, mientras yo lo escribía, sentía la necesidad de leer mucha poesía. Poesía narrativa, torrencial, porque era el modo en que yo estaba escribiendo y también el estado de espíritu que yo quería reflejar. Al fin y al cabo estoy contando un momento crucial en la vida de un hombre. Estoy contando un momento en que este hombre en Madrid atraviesa la ciudad para ir a encontrarse con una mujer a la que no ha visto en medio siglo”.
No te veré morir es también una reflexión sobre el pasado. El personal y el social. “Hay una cosa que es muy célebre de Faulkner, que en libro suyo dice: “El pasado no está muerto, ni siquiera es pasado”. Quiere decir que nosotros podemos fingir que el pasado no existe, que no tiene importancia, pero eso es como si nosotros decidiéramos que no existe la ley de la gravedad. El pasado genético, el pasado biográfico, el pasado histórico, están ahí. Eso de que el pasado no existe es una fantasía. Es como el cambio climático: tú puedes decidir que ignoras el cambio climático, lo que no puedes ignorar es que en agosto tienes 45º”.
Libros para aprender del pasado, por Antonio Muñoz Molina
Libros para aprender del pasado, por Antonio Muñoz Molina
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Este verano ha hecho un descubrimiento muy tardío, pero que me ha dejado asombroso, que es El paraíso perdido de John Milton. Es una maravilla. Es una reflexión sobre la rebeldía, sobre el poder, sobre esa ambición rencorosa que hace que unas personas se midan con otras, esa ambición destructiva. Por una parte, y luego, este poema está escrito en el último tercio del siglo XVII, en la Inglaterra puritana. El relato del amor entre Adán y Eva, de su desnudez… Cuando me gusta mucho algo que leo, me gusta a veces que tenga cierta dificultad. Entonces, cuando termino un libro que me gusta mucho, lo que hago es que vuelvo al principio.
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Me lo recomendó alguien porque me gustan mucho las novelas de espías, pero me paso la vida leyendo Ian Fleming, que es mi favorito. Cummings diría que, cuando es bueno, cuando es muy bueno está a esa altura.
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Siempre cito como una gran influencia mía a 'La leyenda del santo bebedor', un libro que me encanta.
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Si se trata de perder la inocencia en cualquier ámbito, este es el libro, de hecho podría titularse: “cómo acabar de una vez por todas con las ilusiones”
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Elijo Al faro, porque me enseña cómo podemos narrar nuestras vidas y cuestionarlas al mismo tiempo.
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El Ulises de Joyce me creó muchos problemas porque me provocó una irritación muy estimulante sobre el discurso narrativo e incluso escribí varias versiones de un mismo capítulo a modo de experimentación.
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