Especial Un año de libros a examen: cinco tendencias literarias que nos deja 2025
Con apenas unos días más de vida, 2025 se apaga dejándonos una gran colección de libros para el recuerdo, entre una cada vez más extensa producción editorial. Un maremágnum en el que cabe de todo, y en el que nosotros intentamos rescatar lo más valioso, o al menos parte de ello. Pero los resúmenes del año, como el nuestro, también nos sirven para detectar tendencias más allá de las obras individuales. Algunas de ellas vienen de lejos y se afianzan, otras son más novedosas, pero todas ellas nos ayudan a conformar una radiografía de las preferencias de los lectores y las inquietudes de los autores. Estas son las cinco principales tendencias literarias que nos deja en 2025.
La novela en primera persona sigue fuerte
Aunque ya se haya perdido un poco el impulso de la autoficción, nuestra época sigue siendo, sin duda, la de la novela en primera persona. Partiendo de experiencias personales, numerosos escritores y escritoras utilizan el molde elástico de la novela para ofrecernos obras que podrían ser ensayos, pero utilizan las estructuras y los ritmos propios de la ficción. Es el caso de una de las obras más celebradas del año, El loco de dios en el fin del mundo, de un Javier Cercas que ha utilizado ese punto de vista en gran parte de su obra, introduciéndose por completo en la narración. También es el punto de vista que rige Mi refugio y mi tormenta, en el que Arundhati Roy narra la muerte de su madre y lo que sucede después de la pérdida, o Los ilusionistas, la radiografía familiar de Marcos Giralt Torrente. Más periodístico, si cabe el término, puede ser Ahora y en la hora, de Héctor Abad Faciolince, pero comparte esa intención de contar lo vivido en primera persona a través de los mecanismos propios de la novela.
La novela negra se diversifica
El género omnipresente que ya ha trascendido los géneros está, como hemos contado varias veces, en un punto cercano a la saturación. Las historias de crímenes e investigaciones siguen teniendo un público amplio y fiel, pero la oferta es tan grande que a los autores y autoras no les queda otro remedio que buscar en la diferencia una manera de destacar. La novela negra se ha mezclado por ello con la novela histórica, la ciencia ficción o la fantasía, han aparecido personajes basados en personas reales o incluso escritores que nada tienen que ver con el género criminal, e incluso los misterios que investigan se inclinan por lo culinario en lugar de lo sangriento. Parte de esa diversificación ha creado un subgénero en sí mismo como el del cozy crime, intrigas menos sangrientas para los lectores y lectoras cansadas de tanta sangre.
Devolver la luz a las mujeres olvidadas
Otra de las constantes de los últimos años, en los que hemos visto cómo se recupera o se pone en valor la obra de grandes escritoras que no recibieron el reconocimiento que merecían en vida, de Luisa Carnés a Lucia Berlin. Pero esa recuperación no solo se lleva a cabo reeditando las obras de esas autoras, sino que se extiende a la novela, en la que la vida de escritoras y otras mujeres notables se pone en el foco de la narración. Este año lo hemos visto con Hasta que empieza a brillar, la novela de Andrés Neuman basada en la vida de María Moliner, o Los nombres de Feliza, de Juan Gabriel Vásquez, sobre la artista Feliza Bursztyn. En la novela histórica, tenemos ejemplos como Ráfaga roja, de Liliana Blum, sobre la heroína de la resistencia contra los nazis Hannie Schaft o Estás en mis ojos, de Angélica Morales, con fotógrafa Hélène Roger y su asesinato en el foco.
El cuento recupera terreno gracias a las escritoras
En la tradición española, la novela ha sido siempre el género con mayúsculas de la narrativa, no así en la anglosajona o la latinoamericana. Precisamente del otro lado del Atlántico nos han llegado algunos de los grandes libros de cuentos del año, desde Samantha Schweblin a Mariana Enríquez, lo que además nos apunta a otra constante: parte de los grandes cuentos actuales los están escribiendo mujeres. En España, Cristina Fernández Cubas ha dedicado su carrera a este género, y este año ha publicado Lo que no se ve. Elvira Navarro lo alterna con la novela, y ha editado en 2025 La sangre está cayendo al patio. También ha sido el año de grandes revelaciones, como Tamara Silva Bernaschina o Natalia García Freire. Todas ellas, están estrechando esa separación artificiosa de respetabilidad entre la novela y el cuento.
El impulso comercial del ensayo filosófico
El ensayo ya es un género, dentro de su gran diversidad de enfoques, que es habitual entre los más vendidos. El ensayo filosófico también ha tenido grandes picos comerciales, pero quizás en los últimos meses hemos visto cómo se ha hecho con un hueco importante. El premio Princesa de Asturias para el filósofo surcoreano Byung-Chul Han es el ejemplo más visible, con sus obras viendo un nuevo impulso comercial. También otros ejemplos, como Norbert Bilbeny, que afronta temas tan extensos y profundos como el sentido de la vida en Universo y sentido, o con temas más centrados en el presente, como Victoria Camps con La sociedad de la desconfianza, dan buena cuenta del buen estado de salud del ensayo filosófico.